It’s a trap!

Cuando el Almirante Ackbar pronunciaba una de las frases míticas que todo fan de Star Wars recuerda, a la Rebelión todavía le quedaba tiempo para salvar los muebles. Cuando Ferrari comprendía en Abu Dhabi que había caído en la emboscada preparada por Red Bull, a la de Maranello sólo le quedaba asumir con la mejor cara posible que había perdido el mundial de pilotos con absoluta candidez.

Escribía el otro día que en la guerra entre seminaristas que se han traído y llevado Domenicali y Horner durante esta temporada, al final había ganado este último, aunque el asunto olía demasiado a sacristía. Conforme pasan los días y vamos entreviendo la auténtica dimensión de los diferentes elementos que compusieron la magistral puesta en escena llevada a cabo por el equipo austriaco sobre el trazado de Yas Marina, cada vez me ratifico más en aquellas palabras, porque Ferrari ya había comenzado a perder el campeonato en Singapur y sólo quedaba aceptarlo.

Yo mismo caí en la misma trampa al considerar que la clara apuesta de la escudería de Horner por Vettel era un completo despropósito, y hay un buen reguero de entradas firmadas por mí que avalan mi equivocación de criterio, porque la aparente tozudez mostrada por Red Bull en esta última parte de la temporada, suponía el cebo mismo.

Así, llevando a sus dos hombres a una supuesta guerra fratricida, que nunca fue tal porque Webber no tenía ninguna posibilidad de ganarla porque ya había sido sacrificado, Horner se aseguraba que Ferrari tuviera la imperiosa obligación de mirar para dos lados y atender a dos frentes al mismo tiempo durante un buen puñado de carreras, garantizando así las opciones de Vettel, porque Fernando iba a seguir luchando solo ya que Felipe Massa no ha contado realmente para nada.

Como bien sabemos, el último acto de esta añagaza se celebraba en Abu Dhabi. McLaren no venía a ayudar a Ferrari, sino a Red Bull. El señuelo, Webber, caía en la calificación del sábado sin levantar demasiadas sospechas, pero llevando consigo la mirada y la estrategia de la de Maranello, y al propio Fernando, a la franja más conservadora de sus respectivas aspiraciones… La italiana jugaba ciegamente sus poquísimas bazas en una encerrona largamente larvada, y se daba bajaba al telón.

Todo el rollo mediático generado por la austriaca en pos de clamar por la limpieza de la competición, etcétera, no ha sido sino el marco psicológico adecuado para que una de las mejores estrategias que recuerdo surtiera efecto, y como tal conviene que lo vayamos olvidando, porque lo cierto es que hay que quitarse el sombrero ante la hazaña de llevar a Ferrari primero contra las cuerdas y luego a la lona, cuando todo indicaba que dominaba el cuadrilátero.

Si Vettel hubiese ganado en Corea, tal vez la de Maranello habría planteado Yas Marina de otra manera porque al auténtico lobo se le estarían viendo bien grandes las orejas, pero hasta en eso ha sabido ser más inteligente Horner que Domenicali, incorporando impecablemente las variables que han ido surgiendo a un plan maestro que él sí tenía, porque a diferencia del italiano, Christian quería ganar ambos campeonatos y no se ha contentado nunca con alcanzar sólo uno.

A mi entender, esa y no otra, ha sido la gran diferencia de esta temporada, y la que ofrece la mejor lectura para entender cómo ha terminado todo.