Un tipo inteligente

Os cuento una de un tipo inteligente y brillante que despunta en algo, y otro, mezquino, que se apropia de lo que ha hecho, dicho o escrito el primero, sin hacer el honesto y pertinente acuse de recibo que advertiría que va de prestado… La situación no es nueva, ni en este matraz en el que nos desenvolvemos día a día, donde las ideas viene y van, a veces sin ton ni son; ni en el otro, el de ahí fuera, el que ahora anda acojonado porque dicen que Internet le está haciendo una competencia que no saben cómo evitar, pero que hay que parar a toda costa.

Y en cierto modo tiene su gracia que Eloy, el tipo brillante del que os hablaba hace un momento, haya alzado su voz para delatar el uso y abuso que se hace de todo esto, de su esfuerzo e inteligencia, precisamente cuando se celebra El Día del Blog (me he enterado porque Cavallino ha tenido a bien incluirme entre sus agasajados); el día de los graneros; el día de los que somos capaces, en mayor o menor medida, de sacarle punta a la actualidad que nos cuentan los que temen por la integridad de su tinglado; el día de los que creamos contenidos a partir de una realidad que parece dictada por aunténticos autómatas; el día de los que nos hemos puesto el mundo por montera para tomar las riendas de la información a nuestra manera, lanzando nuestras ideas al viento sin esperar una miserable recompensa más allá del agradable compadreo que surge al calor de los comentarios... El día en que todos nosotros buscamos algo más de respeto, para que nos entendamos.

El tipo inteligente de antes, Eloy, es un puto pura sangre, así, con todas las letras. Basta escucharle cómo sortea y responde a Carlos Barazal en cada GP Cast para entender que lleva oro molido en sus entrañas, a pesar de su juventud (¿quién dijo que la edad era un grado?), y de 24 quilates para más señas. Y basta leerle en su blog para entender en primera lectura que tiene criterio y sabe generar ideas buenas, defendiéndolas con redaños en un tiempo demasiado dado a lo políticamente correcto.

Yo que él estaría contento, ufano, orgulloso y no lastimado, a pesar de que comprendo que ande alicaído, porque la cosa de que a uno le copien por la cara duele, aunque la razón de que le elijan como referencia o le copien, o le emulen, no deja de ser una bonita manera de homenajear sus enormes virtudes, ya que por si alguien no se ha dado cuenta, los cutres tienden a tener muy buen olfato y sólo se arriman a unos pocos elegidos.

¡Venga, tío grande, acábate esos tres años que te quedan, da gusto a tus padres y amigos, y a los que te rozamos, y escribe bien enorme en tu curriculum que hubo una época de tu vida en que fuiste pasto de unos necios que afirmaron en base a tu sudor que habían descubierto el Mediterráneo, por si colaba y mantenían así su trabajo; y también que fuiste admirado, porque esto que te digo es totalmente cierto! Seguro que quien tenga que entenderlo lo entiende, Eloy: lo que llevas dentro es genuino.

Y para terminar este complicado día lleno de sortilegios, voy a cumplir con el embolado entrañable en que me ha metido Cavallino. Ahí van mis raíces: Charly (una copa de vino es siempre una copa de vino, Mr. Twiter); David (¡qué coño voy a decirte que no sepas!); Manu (menos Magdamientos y ponte las pilas, que se te echa de menos, ¡carallu!); Bruno (retratas este deporte como nadie, ¿te lo había dicho?); Pro Magic (¡lo tuyo son amores de aficionada. El resto, pura basura!); Mai (mi cruce de caminos, mi índice); Mand (némesis, jodido anatema, ¡feliz singladura en F1 al día!, de todo corazón), Dani (¿por qué explicarlo?)… Y pasándome de lo establecido, Eloy, porque me apetece mostrarte hoy mi más profundo respeto, ya que se celebra algo en lo que tú estás tremendamente involucrado: algo así como la libertad de opinión.

Os leo.