Ñ de España

Con la victoria de Carlos Sainz en el Dakar 2010 todavía caliente, España se va descolgando poco a poco de la F1, para casi desaparecer en un año que se aventuraba afortunado como ninguno.

Nos las prometíamos felices, yo el primero: dos trazados oficiales en el calendario, una escudería y tres pilotos en pista, no, nada de esto podía ser considerado moco de pavo, pero la realidad impone sus reglas, y salvo Fernando con sus dos títulos bajo el brazo vistiendo de rosso, cabe esperar nada de esta temporada que va regando sus cunetas iniciales con algunas víctimas que visten pabellón rojigualdo.

Campos Meta, por ejemplo, no arranca ni parece que lo haga con la suficiente premura como para subirse al último vagón de cola de las escuderías que cayeron en la emboscada tendida por Max y su tropa de alucinados, de manera que Bruno Senna, su hasta ahora fichaje estrella, sale por la puerta de la trastienda de la escudería valenciana para entrar por la que Toro Rosso le ha abierto a Jaime Alguersuari para que se vaya por donde vino. Mientras tanto, Pedro Martínez de la Rosa se ve obligado a deshojar su última margarita con 39 tacos, pensando en si merece la pena quedarse para vestir santos en McLaren por un pastón, como hace Marc Gené en Ferrari por menos dinero, en vez de liarse la manta a la cabeza y morder a Fisichella en la yugular para quitarlo de en medio en la lucha que llevan entre manos por subirse al asiento vacante de Sauber…

Comentado así, nadie diría que Dios juegue a los dados para planificar el universo, y sí al dominó en una taberna de un pueblo pequeño y perdido de la Soria de Machado, una tarde cualquiera de un verano abrasador, con tres compañeros de mesa, alrededor de unas copillas de anís, orujo, o de sol y sombra, mientras el telediario anuncia buen tiempo para el resto de la semana y las moscas zumban sobre sus cabezas.

Al tiempo que Carlos Sainz disfruta de la rotura del maleficio que lo tenía atenazado ni se sabe cuántos años, para desgracia de los que le llamaban gafe o incluso acabado, España muestra al mundo que su seña identitaria es de pega y sólo entiende de ladrillos, cazos o pelotazos, pues deja a sus héroes desamparados ante puñales extraños por no querer arriesgar las plusvalías.

Y entendámonos, lo que está poniendo de relieve tanto cacao es que en nuestro país falta iniciativa y apoyo a los que lo han arriegado todo por demostrar que merecen un poco de confianza de la seria, de la que va más allá de la palmadita en la espalda, porque la parrilla está plagada de proyectos y pilotos que no valen ni un tercio que los nuestros, pero que ahí andan porque lejos de nuestras fronteras se entiende a la perfección lo que significan términos como inversión o apuesta.

Mal hacemos llevando la «ñ» como estandarte mientras nuestro empresariado prefiere gastar quintales de euros en programas como Gran Hermano, en vez de apoyar de principio a fin la carrera de un chiquillo o una chiquilla que meten gas a fondo con apenas cuatro años en un circuito de karts, porque si seguimos con tan escaso compromiso no es de extrañar que los sueños se nos escapen de las manos con tanta facilidad, o que retomarlos nos cueste tanto.

¿Os suena Carlos Sainz? ¡Ha ganado el Dakar!