lunes, 21 de octubre de 2024

Leclerc y las auroras boreales


Charles se puso primero con más maña que fuerza, pues no le hizo falta ni despeinarse para aprovechar la coyuntura que le brindaron Lando y Max en el primero de los tres rifirrafes que mantuvieron durante la prueba. Eso sí, había que ser certero y ahí el monegasco se lució a lo grande porque pareció un puñetero bisturí.

Contrariamente a la opinión más extendida, el Gran Premio de Estados Unidos me pareció un truño bananero porque a una parada todas las carreras suelen resultar truños bananeros donde priman las estrategias y la gestión de neumáticos y combustible. Aparte de los momentos estelares que mantuvieron despierto al personal —todos espectáculos teloneros—, nuestro protagonista hizo exactamente lo que había que hacer: ponerse primero, por cuanto no disfrutaba de la pole, y largar todo adelante sin mirar atrás hasta ver la ajedrezada.

Sí hubo un momento de duda cuando se resolvieron los problemas de Carlos con su coche, y si en otras ocasiones solemos dar capones a Vasseur y su tropa del muro por la gestión de los acontecimientos, hoy toca reconocer que jugaron las bazas de La Scuderia con sorprendente frialdad y tino, lo que, sin duda, facilitó que la rossa consiguiera el doblete en el COTA con cada piloto en el puesto que le correspondía, y merecía, si me permitís añadirlo.

Solemos abordarlo de tanto en tanto, pero dominar una cita de cabo a rabo tiene su complejidad, sobre todo cuando atrás las cosas no están tan claras como uno desearía, y aquí Leclerc volvió a lucirse con sobresaliente, cuidando las gomas, siendo finamente consistente, evitando el tráfico y sus riesgos y, en definitiva, haciéndose acreedor de su tercera victoria de esta temporada, liderando de paso una Ferrari que, de seguir así, puede estropear todo los sueños húmedos que aún alberga Zak Brown.

Os leo.

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