Viendo el enfadito infantil de Mr. Changing your fucking car! porque no le dan pal'pelo a Milton Keynes como considera que se merece [Wolff tacha de «escandaloso» el dispositivo Red Bull con la herramienta «Bug's Bunny»], sólo se me ocurre pensar que no andábamos muy errados estimando que Netflix había planificado su Drive to Survive '24 alrededor del protagonismo de los jefes de equipo y su complicadísima tarea —¡vaya añito que nos están dando los racers de los cogieron y sus cuitas flanderianas. Madre del Amor Hermoso!
Partiendo de la base de que Toto mejor haría tapándose un poco, pues su escudería lleva una década siendo ingeniosa por encima de sus posibilidades, y aceptando como válida la hipótesis que venimos manejando desde que saltó el Affaire Horner que puso en peligro el matrimonio del británico y la estabilidad de la austriaca, sólo nos queda dar gracias a Dios porque únicamente queden un puñado de carreras, Sprint incluidas.
Hace temporadas que venimos argumentándolo. Como gerentes son un soberano coñazo, como carreristas patanegra no dan el tipo, y como actores menos aún, ya que siempre sobreactúan y no conocen el Método Stanislavski ni de oídas, lo que lleva a que destrocen el guión adelantando escenas y acontecimientos que deberían quedar ocultos al espectador.
A ratitos sigo avanzando con la lectura del libro de Steiner. Él sí sabía. Fingía ser un don nadie en el paddock porque tenía poco derecho a frase, pero el canalla imprime hondura a sus reflexiones cuando analiza qué pasa dentro del circo para que abunde tanto payaso y maneje los hilos La mujer barbuda.
Os leo.
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