sábado, 11 de mayo de 2024

No mezclar


Escribía anteanoche que me quedan bastantes trucos bajo el pañuelo y que no me arrugaré, y aquí vamos, a insistir un poco más en el principal problema que, a mi modo de ver, tiene nuestro modelo de espectáculo sobre cuatro ruedas.

Antes bien, me vais a permitir que os cuente que la imagen de entradilla corresponde al Gretel, yate del Royal Sydney Yacht Squadron que se midió con el Weatherly del New York Yacht Club, defensor de la Copa del América en 1962 y a la postre su vencedor. Como podéis apreciar, el velero navega en aguas revueltas bajo una meteorología durilla, y bueno, los representantes de la Clase 12-metros podían hacerlo porque habían sido diseñados para ello, pero los AC75 y AC40 actuales ni en sueños podrían regatear así pues han sido concebidos con otro propósito, de manera que precisan aguas calmadas y unos vientos que no deben superar determinados nudos.

Los que peinamos canas o enseñamos cartón, recordamos con añoranza aquellos tiempos y disfrutamos como cosacos en cuanto hay oportunidad de ver a los clásicos en acción, pero igualmente lo hacemos con las modernas naves que se elevan sobre la superficie del mar para conseguir unas velocidades y maniobrabilidad impensables hace sesenta años, y básicamente es así porque la America's Cup ha cuidado de su herencia mientras explicaba su actualidad y miraba al futuro.

Misma competición, Reglamentos distintos, etapas diferentes...

Cada Fórmula 1 es un episodio autoconcluso que dura determinados años, lo que desaconseja establecer comparaciones —lo hemos dicho hasta la saciedad—, pero si dejas a Netflix que fije el relato a base de dramas desnaturalizados y recuerdas a Senna cada tres por cuatro, al final se instala en la cabeza del personal un merequetén de la órdiga bendita.

Bernie y ahora Liberty han abusado de este formato por ocultar las abundantes carencias que ha ido acumulando el deporte —lo contamos reiteradas veces—, y, la verdad, a ellos no les ha ido nada mal mezclando pasado y presente mientras a nosotros nos daban sopas con honda; pero todo tiene un límite y me temo que lo estamos rozando.

Ya podemos poner carcasas a las ruedas, feísimas, por cierto, que los monoplazas de la actual Normativa Técnica van a continuar llevándose mal con el líquido elemento porque han sido diseñados para un tipo de circuito donde no se suele esperar lluvia —esto también es viejo en Nürbu—. Son largos, pesados, sus fondos curvados precisan de unas condiciones determinadas para rendir adecuadamente, los pilotos siguen sin ver un carajo en cuanto caen cuatro gotas —¡uf!, ¿a qué os suena? 

Habría que cambiar tantas cosas que lo sencillo será continuar más o menos como estamos, eso sí, con algún parche que otro e insistiendo en dar la petardada con los viejos héroes aunque haciendo oídos sordos a sus avisos. Pisando huevos, vamos.

Os leo.

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