Recibimos la notificación hace algunos días pero hasta después de este sábado pasado no nos parecía adecuado haceros partícipes, disculpad la demora.
Como podréis comprobar picando sobre la imagen del distintivo que acompaña más abajo este texto, en el programa Cars a la Carta del 13 del corriente, Estefanía leía mi nombre y primer apellido en antena sin complicarse la vida con la elle, haciendo pública la lista de homenajeados por ella y Edgardo como participantes en al menos tres entrevistas.
Vaya por delante que el galardón deberíamos dárselo nosotros porque hay que tener santa paciencia para aguantarme una hora larga de charla sin guión, a pura improvisación y corriendo el riesgo de terminar muriendo de risa o con la emisión cancelada porque vamos en horario infantil y, bueno, ya me conocéis usando el español a la manera de Camilo José Cela. Bien, Fani y Edgard son de casa y en cierto modo les comprendo, aunque no quiero dejar pasar la ocasión para daros las gracias a vosotros, que ya sé que es recurrente y a estas alturas de la película el ambiente tira a naftalina que da yu-yu, pero sí, quiero agradecéroslo porque sin vosotros soy un pato cojo y Nürbu no sería lo que es.
Ratatouille, pobrecito mío, se puso como loco al conocer la noticia, y tras agotarse recorriendo todas las esquinas de la cocina me encomió a que hiciésemos algo especial para la ocasión.
Tengo un gorro (toque) Karlos Arguiñano de a saber qué coño ocurrencia, lo buscamos y me lo he puesto hoy para enfrentarme a los fogones con aire solemne y mi ratoncito asomando trufa, vibrisas, orejas y atril. Total, gulas con colas de gambón austral que han quedado de muerte, y como había que vigilar a Amama —tranquilos de momento, sorteamos los 97—, nos hemos currado de paso unos muslos de pollo al ajillo para mañana, que acompañaremos con arroz y la obligada ensalada como entrante.
Huele fantástico a ambos lados del Atlántico, qué os voy a contar...
Os leo.
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