Id diciendo adiós a 2023 pero no miréis mucho atrás salvo para coger impulso. Por avatares de la vida me libro una vez más de fajarme en duelo a primera sangre con mi familia política, de manera que pondré las largas y me apañaré con cualquiera que se anime a sentarse a mi lado con las notas en la mano. A la guerra se va con lo que uno tiene y no con lo que desearía, ya sabéis, así que comenzaré 2024 a todo trapo porque, como escribía el otro día: sólo se vive una vez y mañana puede ser tarde.
Sed jodidamente felices esta noche, y la siguiente, y la siguiente de la siguiente; todas, en definitiva. Os lo deseo de corazón. Esta madrugada sólo cambian el mes, el día y el último dígito del año correspondiente, y aunque, la verdad, nuestros mayores vivían con menos datos y sin tanto agobio, con la cantidad de gentuza que hay empeñada en devolvernos a la Edad Media, conviene no olvidar que la primera obligación del reo es escapar del penal donde cumple condena, a poder ser conduciendo un Lancia Delta S4...
Os quiero. Os leo.
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