Nadie podía imaginarlo, pero tanto codearse con países o regímenes de dudosa catadura, a la Fórmula 1 se le ha pasado por alto que Las Vegas es la ciudad del juego y el vicio por antonomasia, y, por tanto, podía hacer un uso indebido del regalo que traía en sus manos Liberty Media para solaz del público norteamericano.
Se anuncian bajas temperaturas durante la carrera pero ya hay prostíbulos que están caldeando el ambiente: pecado gratis para los mejores pilotos del mundo y un 50% de descuento al personal de los equipos y aficionados al deporte cúspide del motorsport. Como quien dice, Gadget acaba de detonar en Alamogordo. A tomar por el saco la defensa de los valores; la carne y el dinero asedian con sus tentaciones el tinglado de Domenicali y Ben Sulayem, la FIA se ha puesto digna y ha recomendado tomar medidas, y Toto prohibe a los trabajadores de Brackley que visiten los casinos como quien pone puertas al mar.
Os podéis hacer una idea: la imagen mojigata que estamos dando nos costará quitárnosla de encima. Sin City contra la F1, y hemos perdido el primer asalto sin que haya dado comienzo el combate...
Os leo.
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