Mientras Sonsoles Ónega se repone del sorpresón que le dio la Reina Letizia cuando vendía Premios Planeta, la única democracia de Oriente Medio (sic) sigue poniéndonos difícil comulgar con eso de que son nuestros hijos de puta, que diría el amigo Pérez Reverte.
Hakim no ha visto la luz del sol. Nació hace tan sólo dos días mediante una cesárea sin anestesia practicada a su madre, porque, primeriza y no habiendo dilatado lo suficiente, peligraba la vida de los dos. Hoy el chiquillo es tan sólo una cifra más...
Al otro lado del mundo nos satisface saber que estrenamos circuito en la tierra que gobernó Paul Laxalt, el vasco que, en su día, otorgaba las licencias de juego en Las Vegas y recordó a Xabier Arzallus que, ante todo, era norteamericano y republicano. Y el caso es que a Bernie no le gusta la aventura [Ecclestone estalla contra el GP de Las Vegas: «No tiene nada que ver con la Fórmula 1»], y esto me recuerda lo mal que llevaba la chavalería que dijera a sus componentes que tenían más de club de fans que de aficionados.
En un ratito muerto, esta tarde he recalado en un vídeo del chivatillo de las monjas que resaltaba a Fernando como el mejor de todos los tiempos leyendo carreras. Ni una mención a Rudolf Caracciola, Tazio Nuvolari, Juan Manuel Fangio, a Niki Lauda, Jacky Ickx, Alain Prost, Ayrton Senna o, ya más cercano en el tiempo, a Michael Schumacher, pilotos todos ellos, como el asturiano, capaces de visualizar el circuito durante una prueba y situar mentalmente a sus oponentes en él, para calcular luego dónde arriesgar, defender o atacar.
Al fan le interesa enfatizar los máximos y las mayúsculas en negrita, los números y las estadísticas, sentirse seguro y más frente a cualquiera que ose discutirle su criterio arriesgándose a ser cancelado. El aficionado es diferente, gusta de entender el fenómeno que sucede ante sus ojos y relativiza mucho los márgenes que delimitan la actividad, de manera que, entre los de mi cuadra, por citar un ejemplo, resulta habitual que hagamos genuflexiones ante completos segundones que hoy no pasarían el corte de la exquisitez artificial en la que vive el fandom.
A Prost no le tildaron Le Professeur por saber leer campeonatos, sino por hacerlo magistralmente en cada cita. Aprendió de Niki Lauda, que, a su vez, había elegido como ejemplo a Jackie Stewart, quien se había dejado aconsejar por el Chueco...
Sin historia no somos nada pero comprendo que ya es tarde para este tipo de reflexiones. Liberty Media ha elegido como público objetivo al fan indocumentado —es mucho más maleable y susceptible de tragar con todo lo que le echen—, mientras al aficionado lo sigue arrinconando prueba tras prueba, experimento tras experimento. Las Vegas y que Dios reparta suerte son la próxima estación. El okupa cuco no parará hasta deshacerse de la competencia en el nido, y en eso estamos visitando un sitio al que no nos ha llamado nadie.
Os leo.
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