viernes, 29 de septiembre de 2023

Por cuatro días locos...


A pesar de ser un argumento recurrentemente utilizado —hace no demasiado para justificar el Szafnauer y Ocon vs. Alonso en Alpine 2022, por ejemplo—, la verdad es que ni me he molestado en buscar entradas de Nürbu, of course!, en las que advertía que muere un hada cada vez que uno de nuestros genuinos idiotas alude a eso tan trillado de que el enemigo de un piloto viste los mismos colores y aparca el monoplaza al otro lado del garaje.

Edgardo me regaló por Navidades del año pasado una generosa colección de tangos y canciones argentinas, y a ella he recurrido esta tarde para rescatar Por cuatros días locos de Alberto Castillo, y es que hay que reírse y tomarse la vida a chufla, con el mejor ánimo posible, cuando lees a Anthony Davidson argumentar que George Russell ha entendido que no puede luchar contra el estatus de Lewis Hamilton en Mercedes AMG [George Russell can't argue against Lewis Hamilton status in Mercedes hierarchy].

El papanatas de Marc «Elvis» Priestley intentando demostrar que Alonso en McLaren pretendía imponer su estatus como titular del número 1, el rosario de impresentables que se hicieron eco de la teoría y la airearon para que perdurase en el tiempo; los hipócritas de siempre, su secuaces y mamporreros recordando la frase del primer párrafo cuando hace décadas que carece de sentido; los hagiógrafos que realizaron piruetas en el aire enfatizando, incluso escribiendo para niños, la épica subyacente de un chiquillo negro que supo sobreponerse a las circunstancias adversas en 2007, pero el bueno de Davidson, ejecutando un barrido lateral a lo Bruce Lee, nos aclara que George ha entendido en 2023 de qué va la historia y por eso no rinde por encima del elegido.

Lewis ha sido siempre un protegido de libro, por sus equipos (sólo dos), por la Federación, Whiting, la prensa anglosajona y los más elevados estamentos de la competición. 

Cabría interrogarse por qué los condicionantes que han rodeado al astro inglés en su carrera no valen ahora para Russell, por qué al de King's Lynn no le dan oportunidades o las mejores herramientas y estrategias para levantarse sobre el ídolo... Nadie va a hacer esas preguntas, para qué vamos a engañarnos. Pero somos adultos y conocemos de sobra la razón.

¡Dale, que va! Os leo.

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