Con la cosa esa de que mi Felipe ha señalado a Lewis como gran beneficiado del Crashgate nos hemos ahorrado las lecciones de moralina típicas desde que saltó el escándalo en 2009, a cambio, los del Club del Tercer Gin-tonic y sus lamebotas habituales han comenzado su cruzada particular por demostrar que en el sótano de su fracaso siempre hay espacio para una planta más.
Singapur y la negación de que tocar la flexibilidad de los alerones pueda tener consecuencias en los Red Bull. Singapur y la enésima demostración de que cuando no tienes ni puta idea lo mejor es callarse. Singapur y el amor desbordado por el deporte con orejeras y tapones en los oídos, pues, como cantaba Aute: «Que todo en la vida es cine, que todo en la vida es cine; y los sueños, cine son...»
Os leo.
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