martes, 26 de julio de 2022

La Guerra de las Galaxias

La Indianápolis de los sesenta del siglo pasado suponía el lugar perfecto para que un culo inquieto como Colin Chapman diera rienda suelta a su creatividad. Prácticamente, menos tirados por jamelgos, los monoplazas que disputaban la Indy 500 gozaban de una libertad de propósito y diseño que para nosostros hubiésemos querido en Fórmula 1.

Aquel ambiente cuajó pronto en el talante del británico, y tras la experiencia del 38 [El 38 y su relato], junto a su inseparable Maurice Philippe alumbró un vehículo con tracción a las cuatro ruedas y propulsado por una turbina Pratt & Whitney que arrojaba la nada desdeñable potencia de 500 caballos, suficientes para mover su elevado peso (612 kilogramos en seco).

Como pretendo hablar del truco de la tracción 4x4 en entradas posteriores y sin salir del entorno de aquella mítica Lotus Team, apuntaré hoy que la necesidad de lidiar con tantos kilos obligó a realizar un alucinante ejercicio de afinado de la carrocería con tal de evitar someter al coche a los rigores de la resistencia al avance (drag) en un envoltorio más convencional, lo que, a su vez, llevó a una reorganización de los elementos internos que sería característica del bicho sobre el que hablábamos Jero y yo el mes pasado.

Estamos todavía con el Lotus 56 de 1968, pero ya se intuye en él el espíritu del 72.

Os leo.

1 comentario:

  1. Me salen los artículos como 4 días después de la fecha de publicación.
    ¿Es intencionado o los de Blogger tienen en plantilla al estratega de Ferrari?
    Vaya carrerita hoy... No he entendido nada...

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