No, entendedme. Al paso que va todo llegará alguien que bata al mallorquín, que iguale sus números o los supere, pero Nadal es un tipo que se consume en cada partido y renace luego para ser un nuevo Nadal a la siguiente oportunidad, y agotarse, claro, y en esta facultad tan suya me temo que jamás tendrá recambio ni par.
Puede permitirse el lujo de hacerlo tantas veces como quiera porque es un ser único e irrepetible a pesar de sus numerosos detractores —¿se les puede llamar imbéciles supinos o estamos todavía en horario infantil?—. Van 14 Roland Garros y van otras tantas maneras de ganar la Copa de los Mosqueteros, reinventándose en cada ocasión, como una locomotora de vapor que se ajusta a la vía que le toca seguir, y alcanzada la velocidad adecuada sólo puede ser neutralizada por Roger Federer.
Esa es la virtud del protagonista de esta entrada: convierte a sus contrincantes en seres mejores, saca lo positivo de cada uno y les ayuda a pulir sus defectos, y los vence hasta que sean ellos los que le venzan a él.
Rafa dio la salida a las 24 de le Mans en 2018.
Si los franceses supieron pulir sus diferencias con el español no sé a qué coño estamos esperando nosotros, cuando no ha quedado más Rafa después del último Roland Garros y no sabemos si habrá otra oportunidad para volver a disfrutarlo.
Os leo.
¡¡¡¡Cuanto lo vamos a echar demenos!!!!!
ResponderEliminarPero mientras.... ¡¡¡Sigamos disfrutando el momento!!!
¡¡¡Carpe diem!!! amigo... ¡¡¡Carpe diem!!!