La gente cambia, o debería hacerlo, más bien, y bajo este sencillo punto de vista no puedo hacer otra cosa que saludar la «transformación» de Sebastian Vettel, matizando, eso sí, que sólo la critican los que piensan que la coherencia se consigue siendo como una piedra de granito, inmune al desaliento y los sinsabores y alegrías que proporciona el paso del tiempo...
Me gusta este «nuevo» Vettel porque es hijo de la reflexión, independientemente de que la valoremos en términos positivos o negativos —para gustos los colores, ya sabéis—. A diferencia de Hamilton, por tirar de un ejemplo a mano, al de Heppenheim la madurez se le nota en su postura adulta frente al mundo y sus exigencias, y apuntaría a que Emily, Matilda y el chiquitín, han tenido mucho que ver en esta renovación.
Os leo.
La era híbrida, los frenos, RB y aquella curva en Hockenheim le quitaron unas décimas como piloto (ya de por sí sin el don de la adaptabilidad)... que ha recuperado como personaje público, tan carismático y querido.
ResponderEliminarHumilde y concienciado por su realidad, fue el primero en ponerse un casco con la bandera del arco iris en un país que no la reconoce, y siempre ha hablado claro. Eso es valor. También mandó a Charlie a esparragar y estampó su coche en Bakú contra Hamilton... ¿se puede ser más humano?
Herido de gravedad y contra un talento de la naturaleza como Charles, aguantó el tipo, incluso a veces teniendo que elegir él mismo las estrategias sobre la marcha ("I don.t know man!"... XD ). Ese 17-19 en carrera frente a LEC es más que meritorio, al igual que los 30 puntos menos que su compañero en dos temporadas. Sin confianza todo es más difícil.
Sigue luchando sin esperanza y eso es tan jodido que merece mi máximo respeto, porque mi admiración la tiene desde hace 15 años. ;)
Yo discrepo.
ResponderEliminarVettel monta circos porque ahora encima del coche es irrelevante y quiere seguir siendo importante.
Si hubiera seguido luchando por el mundial, no le habrímos visto decir ni hacer un 5% de lo que ha dicho y hecho.