La verdad es que para Maranello no estaba muy complicado salir del hoyo en que se metió en 2020. El pacto con la Federación después de los entrenamientos de pretemporada [La FIA defiende la legalidad de su pacto secreto con Ferrari], arrojó un saldo deficitario de caballos en su unidad de potencia, lo que, a la postre, supuso mermar considerablemente las posibilidades de un SF1000, que aún se vio más comprometido por el pobrísimo desempeño de un Sebastian Vettel que ya estaba pensando en vestirse de verde.
Salvo para los entregaditos a seguir líneas rectas con punta afilada, que vieron en el sexto puesto conseguido en 2020 un handicap insalvable para 2021, lo razonable era pensar que aquello había sido un traspiés que podía resolver con facilidad un SF21 que contaba (¡por fin!) con un propulsor potable.
Dicho esto, he repetido innumerables veces durante la campaña que me importaba un pimiento comparar a Charles con Carlos, o viceversa, porque la italiana trabajaba en dos frentes a la vez y el equipo estaba totalmente comprometido a conseguirlo. Por un lado había que recuperar la confianza perdida en 2020 y, por otro, existía urgencia en sentar las bases ante 2022 y su cambio de normativa, y, honestamente, creo que Ferrari lo ha logrado aunque la tercera posición en el Mundial de Constructores no colme el finísimo paladar de los más exquisitos.
Os leo.
Maestro, aún no te han llegado algunas briznas de paja del dichoso "pacto" cabalgando sobre la brisa hasta tus lares? :)))
ResponderEliminarSeguro que cualquier día de estos nos despachas alguna historia fermosa con dama galana y aguerrido caballero plantado antes las fauces del fiero bisho... Cuando toque la paladearemos con la delectación merecida. ;)