jueves, 27 de enero de 2022

Somos los consumidores

Salvo en raras ocasiones no suelo abundar en el mismo tema dos días consecutivos, pero considero que la ocasión lo merece porque, con la entrada de hace unas horas [Somos el botín], no ha faltado en esos grupitos de Whatsapp o Telegram cuya fe no profeso, quien ha pensado que hablaba de calzado o del linaje de una familia banquera.

A ver cómo me explico hoy sin herir sensibilidades, y en cortito, pues no quiero amargar la fiesta a esos que se ahogan cuando tienen que leer textos de más de 280 caracteres.

Si la Fórmula 1 es un negocio y las carreras de coches son su producto, tú eres un consumidor de contenidos y da lo mismo si llevas 2.000 carreras a cuestas, las has visto a pie de pista, sólo en la pantalla del ordenador o el televisor, o las escuchas por radio, o tenías 3 años en 2007 y en la actualidad das clases magistrales sobre la que se montó aquella temporada. 
 
Como masa somos los consumidores, así, en ramplón; el público objetivo o la cuota de mercado, como prefiráis. Liberty está a un pasito de desterrar el concepto «aficionado» y sólo lo usará como utilizan la palabra «cliente» los bancos u operadoras, etcétera, porque lo que le interesa a la norteamericana es tu dinero y tu atención, no que disfrutes plenamente ni con el servicio que te da a cambio ni con la calidad del mismo. Eso, en realidad, le importa más bien poco, o mejor dicho: nada, como se vio en Spa-Francorchamps.
 
Donde esté un Bahrein en el que se puede anunciar que Lewis Hamilton continúa en competición, que se quite Barcelona y el seguimiento que podemos hacer los que, en la medida de nuestras posibilidades, cuidamos del corralito y ahora somos moneda de cambio o una fría estadística en el próximo chalaneo.

Os leo.

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