Una diosa de ébano se paseaba por el paddock del COTA y el clasismo de gurúes y gente prime de nuestro deporte brotaba por sus poros como la lava del nuevo volcán de Cumbre Vieja, en La Palma.
El catálogo de chorradas que han dedicado a Megan Thee Stallion y sus modos en tierra sagrada, y los de sus guardaespaldas, que no se nos olvide, daría para que todos nos fuésemos a la cueva y no saliéramos de allí en un par de décadas, y todo porque ella no es el tipo de VIP que nos representa, ¡cachis!
Pero no nos distraigamos. Megan no encaja en nuestro estándares pijos, cosa que, bueno, podría ser pasable, pero como Liberty Media y FIA pretenden de nuestro deporte que sea un espacio de conciliación que llegue a la gente menuda —cosa que alaban incluso los clasistas, porque sin cultura automovilística ni hay futuro ni hay nada, o eso dicen—, la organización del Gran Premio de los Estados Unidos consideró que estaba bien mostrar que hay negros norteamericanos a los que no balacea la policía y se trajo a Shaq O'Neal [Un poco excesivo...] y aceptó la presencia de Thee Stallion.
La buena mujer fue a lo suyo, obviamente, pero cometió el peor pecado de todos: mostrarnos a la cara que ni somos el ombligo del mundo ni la Fórmula 1 es tan grande y exitosa como pretenden los del pináculo del motorsport. El caso es que pasó olímpicamente de Martin Brundle y Sky Sports, sus armarios tampoco es que aduvieran muy finos, y se lió la marimorena.
Los edulcorados, acostumbrados a tomar el té de la cinco con el ínclito Martin mientras la cadena inglesa recita el catecismo antes de comenzar el Rosario, no pudieron tolerar tamaña falta de respeto y comenzaron a lanzar cañonazos por la banda de estribor gritando Shame, shame, shame!, olvidando que Megan acumula en Instagram y Twitter más seguidores que el GOAT —siento no haber contrastado el dato en otras plataformas, aunque intuyo que igualmente barre a Hamilton sí o sí—, y, desde luego, infinitos más que Brundle y la propia Sky, y que es eso, precisamente, lo que busca nuestro deporte en la actualidad: visibilidad, impacto y proyección al precio que sea.
Si Megan cantase ópera a lo mejor no se habría montado el incendio, pero es una estrella del Rap a la que la F1 le pilla tan lejos como a la mayoría de VIP que según los cansinos son adecuados.
Os leo.
Mi Josetxu, dando lecciones.
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