Se ha puesto buena mañana para recordar cómo un Lancia Delta S4 dejó constancia de su enorme poderío haciendo tiempos en el Autódromo Fernanda Pires da Silva o Autódromo do Estoril bastante en línea con los obtenidos allí mismo por los F1 que preparaban la temporada 1986.
La cita portugesa de aquel año se iba a celebrar el fin de semana del 21 de septiembre, pero, a comienzos de ese mismo año, Lancia había alquilado el trazado unas semanas después de que pasara por allí El Circo y antes de la celebración del Rally de Portugal, con el objeto de realizar pruebas sobre asfalto del Delta S4 Grupo B, en las que participaron Henri Toivonen y su copiloto Sergio Cresto a pocos meses de que ambos perdieran la vida en el Rally de Córcega el 2 de mayo siguiente.
Como toda leyenda que se precie de serlo, ésta también parte de algunos hechos ciertos aunque abunda en algunas circunstancias que no admiten comparaciones.
El McLaren MP4/2C de aquella campaña, por ejemplo, arrojaba 830 caballos nominales de potencia a 11.000 rpm que empujaban un vehículo que, sin piloto, pesaba tan sólo 540 kilos, mientras que el S4 daba 940 en la báscula (sin tripulación) y contaba con 600 cv.
A priori, las diferencias entre uno y otro hicieron más atractiva la leyenda hasta que mucho tiempo después, Ninni Russo, jefe de filas de Lancia Martini Racing durante aquella etapa, vino a poner las cosas en su sitio. Aunque no queda constancia, el buen registro de Toivonen y Cresto fue real como la vida misma, pero la comparativa resultaba estúpida porque los F1 anduvieron de pretemporada y ellos (Lancia) estaban preparando un rally que se iba a acometer en unos días. Por si fuera poco, estaban también las diferencias técnicas.
El Delta S4 contaba con un torque de 490 Nm que se aplicaba casi instantáneamente sobre el asfalto gracias a su corta batalla y a la tracción integral, lo que le permitía alcanzar los 100 km/h desde parado en alrededor de 1'9 segundos, y así mismo, facilitaba que se agarrase a las curvas como una lapa mientras los F1 aún no habían descubierto plenamente las bendiciones de la downforce (Leyton House CG901 by Adrian Newey, 1990). Además, el Lancia iba carenado mientras que los vehículos del Mundial de nuestra disciplina llevaban las ruedas al descubierto y lidiaban como podían con el incómodo drag.
Russo, con su sabia y experta interpretación de lo sucedido, lejos de empañar la leyenda de Henri y su S4 en Estoril, la vino a acrecentar, ya que los Grupo B, que por aquella etapa vivían sus últimos momentos, han sido (y así se recuerdan) una de las máximas expresiones de lo que es capaz el ser humano cuando crea con apenas limitaciones, y Toivonen (y el bueno de Cresto, su compañero), siempre será considerado uno de los más agerridos domadores de fieras, léase en el más estricto de los sentidos.
El mítico crono jamás ha podido ser contrastado pero la leyenda permanece, porque fue cierto que el Delta S4 estuvo en tiempos de pretemporada F1, y porque todavía hay que explicar por qué la FIA se ha mostrado tan remisa a aceptar que existen disciplinas mejores, y más espectaculares, a las que ni siquiera mira a la cara por miedo a enseñar sus sucias enaguas.
Tal cual, bai jauna.
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ResponderEliminarSe non é vero, é ben trovato!!
Este es uno de los mitos de nuestro deporte, que sería relativamente fácil de corroborar. Desconozco si el trazado ha sufrido muchas modificaciones desde mediados de los 80, pero durante años, he pensado el retorno publicitario que podría generar para patrocinadores tipo RedBull, o para cualquier programa tipo Grand Tour, Top Gear u otro cualquiera enfrentar a dos coches de la época en el trazado. Puestos a soñar, no se me ocurre mejores pilotos que un enfrentamiento SainzvsSainz, uno, ahora que es oficial de Audi, en un Quattro S1 y el otro en un Ferrari F1/86... No sería lo mismo que el Lancia, pero tampoco habría mucha diferencia, y ningún otro piloto de rallies puede estar tan cerca de Toivonen como Sainz padre.
Salu2!