La presencia de público va a convertir el Gran Premio de Austria en una ocasión ciertamente especial, sobre todo si aparece la marea naranja que hizo plegar velas a la FIA en 2019...
Tengo buen rollete previo con la segunda de Spielberg, qué queréis que os diga, tanto que a pesar de llevar a estas horas los ojos en la nuca me he animado a dedicarle unas coplillas mientras me quito de encima los ecos de la Eurocopa —al próximo que me llame futbolero en redes me lo como en frío y sin guarnición.
Doy por seguro que ni la milanesa ni quienes sostienen su correa, ni la prensa afín y la gafapasta, han pensado en las consecuencias de tamaña decisión, pero es casi seguro que el próximo lunes, o acaso durante las últimas horas del domingo, más de uno va a tirar de calculadora para entender el milagro.
De momento ya se está moviendo el tema para que resulte comprensible dentro de unos días. Dicen que con respecto al fin de semana pasado, of course!, van a bajar las temperaturas tanto ambientales como sobre el asfalto, lo que nos pone en que, en condiciones normales, Pirelli se muestra capaz de pronosticar el tiempo atmosférico con mucha antelación, desde luego mejor que los servicios meteorológicos, con lo durillo que resulta a los meteorólogos acertar a cuatro jornadas vista.
Me enternecen estas cosas, para qué voy a engañaros. En el cambio de compuestos subyace una cuestión instrumental que desgraciadamente desconocemos pero está enfocada a diferenciar dos carreras en un mismo sitio. Sea como fuere, la italiana ha cambiado el pentagrama y las notas van a sonar perturbadoramente desiguales a las de hace unas jornadas, y seguramente disfrutaremos este próximo domingo de una carrera que se parecerá en nada a la que degustamos el fin de semana pasado. Y uno se pregunta por qué no se elige siempre la mejor opción, la más arriesgada y espectacular, la más golosa, en vez de tirar por la ramplonería y acertar en segunda vuelta...
Me quedo con el público que llenará Spielberg, con la marea naranja, pero sólo por evitarme quebraderos de cabeza.
Os leo.
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