A ver, que levante la mano quien no haya sufrido que se le escapa un trompo sonoro en el momento más inoportuno, en un cóctel, en una recepción, en la inauguración de una exposición o en la presentación de un libro, incluso en una cena de Navidad plagada de familiares políticos, de esos que no olvidarán jamás que trompeaste inadecuadamente...
Todo el mundo trompea, es un hecho científicamente probado, por eso hay reglas que conviene no desafiar. El rastro de un trompo silencioso, por ejemplo, puede ser neutralizado con un poquito de arte, pero el de uno evidente no te lo quitas de encima ni con agua hirviendo y vinagre, y te acompañará toda la vida y siempre habrá alguien que lo recuerde.
No, no se puede ir trompeando alegremente por la vida. Ni se puede ni se debe, ni siquiera después de una mala digestión.
Os leo.
Si me preguntas ya no sé si eso fue un pedo, una cagada, o un cuesco con rebaba.
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