Qué me vais a contar a mí si en 2008 llamé a Hamilton «Llavero» porque era un producto fácil de llevar al cinto para parecer entendido en Fórmula 1.
Entonces yo era un envidioso lobatizado, pero ha querido el tiempo que los bobos sean los que han comprado la fábula del tío que lo gana todo porque lo vale... cuando el manús no ha tenido esclavos blancos que se le cruzaran en el camino, cabe añadir. Fernandete le empató a puntos, Jenson se lo pulió vivo y Nico lo hizo astillas aquel 2016 en que él se lo iba a tomar como un hombre pero acabó comportándose como un puto crío.
Consumo. Consumimos un espectáculo en el que el caballo del malo siempre va más lento que el del bueno y donde el héroe nunca necesita ibuprofeno cuando lo han inflado a hostias, y esto empezaba en 2007, y tuvo su secuela natural en un Vettel que ahora se muestra irresponsable con sus cuatro títulos mundiales y languidece en Aston Martin porque Ferrari no supo responder a su calidad de piloto y tal, aunque, caeros del guindo, el Nano tenía razón cuando dijo que veríamos las costuras del alemán sobre un auto malo, no antes.
Hamilton podría tener 300 poles pero a los ingleses les dio purrús enfrentarse a ese abismo que convertia en mierda a Stirling Moss, Jim Clark, Graham Hill, Jackie Stewart o el mismísimo James Hunt, capaz de sintentizar todas las bobadas del de Stevenage en una sola frase: «Sex, breakfast of Champions».
Disfrutadlo, os envidio, pero no me pidáis que comulgue con vuestra religión después de haber escrito en enero de 2008 que el producto jugaba con ventaja porque, en realidad, nunca ha sabido jugar de otra manera: «¿Deberíamos ser un equipo y debería haber igualdad. […] quiero que Kovalainen tenga exactamente las mismas oportunidades?» [El traje del Emperador].
Bwana pide ahora que respetemos al esclavo Bottas pero Toto nos da la auténtica medida de sus palabras: «la excelencia de Lewis ha hecho que todo parezca normal», incluso que nadie se explique qué hace Valtteri en Brackley.
Jodidos andamos cuando el mago se queda sin conejos que sacar de la chistera y siempre repite el mismo truco. Lo ramplón, a decir del jefe austriaco, se eleva a canon de excelencia y Hamilton no puede ser mejor porque supondría cacofonía. Toto pretende cerrarnos la boca, ergo está bien que continuemos llamando a Lewis «Llavero» porque sigue sirviendo a los mismos intereses que en 2007 aunque su calidad como piloto no haya necesitado jamás de tanta gilipollez como se ha desplegado sobre él desde que amaneció en la F1.
100, podrían ser 300, como decía antes, pero que nadie nos quite eso de arrodillarnos ante un éxito del mercado, que lo de ser fieles a la Fórmula 1 y su preceptos, perfectamente podemos dejarlo para otro momento...
Suma ahora, que es fácil, y dejemos que la lectura de los acontecimientos la hagan los entregaditos, esos que no saben diferenciar qué es cantidad y qué es calidad.
Y eso, que os leo...
Pan, pan, pan, pan, pan...
ResponderEliminarToma la andanada de... que has soltado. Alguno todavía está dando palmas con las orejas. ;b.
Ayer mismo mi hermano me contó una anécdota muy ilustrativa sobre Hamilton: Hamilton empezó a decir a Mansell lo duro que era competir en un coche de F1 ahora. Hamilton no empatizó con las dos fracturas con secuelas en los pies de Nigel y mucho menos con tener el cuerpo lleno de quemaduras por conducir un coche que chorreaba en el asiento combustible. Nigel le miraba por lo visto con una cara muy de "aja, sí, cuéntame más".
ResponderEliminarEstamos ante un tipo realmente desconectado con la realidad al que se le perdonan varias infracciones y que si no se sale con la suya, lo achaca al racismo.
Coincido con la frase de Alonso: cuando empiece su caida en un coche mediocre, veremos qué clase de piloto es y, en un plot twist esperado, como lo amortigua emocionalmente.
Besotes
Respondiendo a la tita Helen, lamentablemente no lo veremos. Yo creo que se irá antes de ir con un coche no ganador.
ResponderEliminarPensaba que este año ya no correría, pero como se ha pospuesto la normativa 1 año, ahí está.
Manco no es, pero no está al nivel que nos venden. Y si no, recordemos a Rusell el año pasado.
Que fuerte padre!
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