Empecemos el domingo con alegría, con infinita alegría, pues mientras mucha gente se sigue preguntando qué hace Valtteri en Brackley más allá de comparsa del elegido para la gloria, el heptacampeón nos desvelaba ayer qué no hace él: «I hardly ever drive on the simulator. I maybe do 20 laps a year, maybe. I have no interest in the simulator...» [Hamilton doesn't care about simulators or track walks].
Esto es muy inspirador, no me digáis que no. El astro apenas pisa el simulador ni da paseos para reconocer el estado de la pista por no cansarse (guardar energía es no cansarse, de toda la vida de Dios), pero si preguntas, el 85% de la peña cree que Hamilton prepara su coche y lo afina como un Stradivarius, y afirmará sin que le tiemble una ceja que jamás necesitó para estos menesteres a Alonso, Button, Rosberg y ahora Bottas.
Lo del simulador más que inspirador resulta schrödingeriano, si se me permite el palabro, porque mientras la actividad lo ha convertido en piedra de toque y el de Stevenage pasa olímpicamente, con inmejorables resultados, añado, hay un puñado de pilotos que este año están sufriendo bastante por no haber tenido tiempo suficiente para sentir el coche en pista, sentir los frenos, como me recuerda Miguel cada vez que hablamos por teléfono, sentir las aceleraciones y deceleraciones del monoplaza, su inercia y la precisión de su comportamiento, etcétera, etcétera, etcétera...
Es extraño todo.
A la vista está que la cosa virtual no da los mismos resultados que la realidad, pero la Fórmula 1 insiste en que vayamos por esa vereda que disocia al hombre (entiéndase también mujer) del universo de sensaciones que lo rodean y retroalimentan, y aquí encontramos que entre las aspiraciones de la disciplina y los mínimos razonables, John Lennon volvería a decirnos que la vida es eso que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo planes.
Y sí, se nos va la vida entre recortes que no parecen llevar a ningún sitio, pero también entre experimentos para captar nuevos aficionados por los que Liberty Media paga a los equipos, y entre pruebas extra de neumáticos por las que la norteamericana abona una cantidad. Diríase que se está gastando en el lugar equivocado y que el negocio consiste en que las escuderías cobren por no hacer prácticamente nada, productivo, se entiende. Llegados a este punto, puesto que los monoplazas ganadores salen del bancal de Amanece que no es poco, yo haría caso de Hamilton y sus entregaditos y vería qué pasa si erradicamos esa cosa tonta de los simuladores porque, total para qué...
Con la gratificante sensación que me dejó anoche el Grand Prix de Indianapolis, casi me doy un baño como Daniel Ricciardo en la foto, por ver si me inspiro de verdad y entono el cuerpo y la mente para el Gran Premio de Mónaco de este próximo fin de semana.
Os leo.
La f1 está herida de muerte y de tanto intentar salvarla lo que están consiguiendo es acelerar su defunción.
ResponderEliminarNinguna de las escuderías consideradas grandes está por la labor de cambiar sustancialmente la competición por el aquello de no perder el status en la parrilla aún a costa de pasar años y años en barbecho a la espera de que un cambio radical en la reglamentación los ponga en primera línea y con ventaja del resto.
Respecto a los pilotos ninguno se libra, ninguno, de ser egoísta. Si estás en una escudería dominante y te calzas poles y grandes premios sin competencia, tanto en tu garaje como en el resto de la parrilla, no querrás que esto cambie hasta que ya no estés más que satisfecho y con sobrepeso de
victorias, records y adulaciones.
Que nos pasa a los aficionados, que tragamos con este tostón sin más poder que apagar el televisor en protesta por el aburrimiento que nos produce la actual F1. Nos conformamos con migajas, que son los grandes premios en la que la climatología o las circunstancias de la carrera fomentan la verdadera competición.
Nadie quiere ponerle el cascabel al gato y como dice un dicho muy acertado........ "entre todos la mataron y ella sola se murió".
Un saludo de un alonsista.
Hombre, por algo paso lo que paso hace años, el piloto tenia q poner unos settings pero el ingeniero no le podia decir exactamente q settings tenia que poner, el hombre llamado Britney conocia el coche perfectamente y los puso y GOAT no tenia ni puta idea.
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