Danke Seb...

Desde que publiqué la primera entrada en Nürbu, un lejano 3 de agosto de 2007, no he dejado de despedir a los hombres que han servido a Ferrari cuando han abandonado La Scuderia: a Kimi a finales de 2009 y 2018, a mi Felipe al término de 2013, a Fernando en la conclusión de 2014.

Descuidad, tampoco os voy a venir ahora con lo de «a pesar de mis sentimientos encontrados no cambio una coma a lo dicho durante todo este tiempo sobre Sebastian, tanto malo como bueno», básicamente porque carezco de ese tipo de sentimientos contradictorios y creo, honestamente, que hoy toca agradecer al alemán estas últimas seis temporadas. Era el piloto de Horst, y quizás por eso...

Hace años, en noviembre de 2010, cuando aún no se había consagrado obteniendo su primer titulo mundial, escribí una entrada sobre el valor de la carne en el paddock y los juguetes rotos una vez han dejado de ser útiles: «¿Y luego qué? ¿Cuando el éxito se haya acabado, qué? ¿Qué será de Sebastian cuando inevitablemente pierda brillo o sufra los rigores de una mala temporada?» [¡Vettel, Vettel, Vettel!]. Creo que resulta aceptable el texto incluso ahora que el hombre que palpita bajo la piel del personaje se ha desprendido de la pesada mochila que pusieron otros a sus espaldas.

Cerrada la etapa en la de Il Cavallino Rampante, Sebastian se enfrenta a un futuro que podrá escribir de puño y letra, desde la primera línea. Muchas veces me he preguntado qué hacía exponiéndose a seguir mordiendo el polvo y desangrarse, y pienso ahora que no quería morir deportivamente así, ni aquí, y buscaba una nueva oportunidad. 

El que ha sido capitán de la rossa la tiene ante sí y espero que la disfrute porque a Lance le falta bastante para considerarlo hecho. No sé, a lo mejor en 2021 le dedico palabras más dulces. Dios lo quiera.

¡Gracias, Seb! Os leo.