Hay quien dice que puedo ser cabrón al teclado veinticuatro horas por jornada los siete días de la semana, pero es obvio que no entiende lo que supone hacer humor cuando, a veces, no hay ni ganas. Pero, alguien tiene que hacer este trabajo.
En fin, festejamos que un tipo hace una nueva pole o rompe un récord cuando tiene a toda la parrilla maniatada, y aquí cabe poco que decir sobre nosotros, principalmente. Hamilton las pasó putas en 2016 y, qué queréis que os diga, lo prefiero mil veces al figurín que han creado Liberty y el apparatchik con tal de zanjar el asunto de que la Fórmula 1 es full british. Me gustan los tipos densos y correosos, los peleones, los artistas al volante, y considerando que Lewis podría ser uno de ellos, acepto de mala gana que nuestro deporte haya preferido desperdiciar sus dotes antes que exponerlo a los rigores de la competición. Que me den un James Hunt con sus pecados y excesos. Si la esencia de Gran Bretaña ha corrido alguna vez por alguna vena, me quedo antes con James Bond que con el héroe prefabricado que nos sirve la Disney formulística cada fin de semana de carreras. Lo tiene todo hecho, lo suyo sólo es suestión de sumar una más, y otra, y otra...
Os leo.
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