Tiene algo de poesía que Bernie Ecclestone, el principal responsable de que nuestra Fórmula 1 se haya convertido en una actividad donde el peso de la parte técnica resulta abrumador con respecto al hombre que conduce el monoplaza, tenga que andar como pisando huevos a la hora de hablar de Lewis [Schumacher pilotaba por su cuenta, a Hamilton le ayudan].
Matiz aquí, matiz allá, el mensaje del viejo patrón pierde fuelle con tantas matizaciones. El británico habla de diferentes culturas en el automovilismo deportivo. Una donde no hacían falta bisutería ni parafernalia para entender que te hallabas frente a un piloto de los pies a la cabeza, y otra donde lo accesorio ha cobrado demasiada relevancia. Una donde el tipo que se sentaba en el habitáculo era un dios absoluto en su pequeño universo una vez arrancaba el vehículo, y otra donde precisa de legiones de ayundantes para llevar con éxito su nave espacial. Lo genuino frente a lo complejo, de dónde venimos y dónde estamos...
Os leo.
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