Por fortuna para todos no pertenezco a esa raza de monumentos de la Humanidad que, afirmando disponer de unos currículums asombrosamente amplios y nutridos, se pasan todo el puto día en redes sociales. No sé en qué consiste, pero a mí me sucede que en cuanto la carga de trabajo sobrepasa mis limitadas capacidades empiezo a rascar por todos lados y, precisamente, en redes es donde menos asomo el hocico.
Tenemos encima un fin de semana especialmente cargadito de los que, imagino, habrá unos cuantos por delante, ya que comprimir las temporadas de IndyCar y Fórmula 1 acarrea un ritmo endemoniado de seguimiento y disfrute de eventos y, lógicamente, de publicaciones. Y sí, todo este lío me ha pillado con el pie cambiado porque soy un tipo sencillito y con lo del coronavirus y la apertura de ventana editorial este otoño, a mí también me han arrollado los acontecimientos y las prisas y todas esas cosas que me permiten comer a diario y pagar las facturas a fin de mes...
Iluso de mí había pensado cubrir las 6.000 entradas en Nürbu para el día de mi cumpleaños (próximo 18 de agosto), pero va a ser que no será posible.
Este texto que estoy escribiendo hace el 5.845 de una historia que comenzó un lejano 3 de agosto de 2007, pero aunque escribo rápido no soy capaz de desdoblarme ni de llegar donde literalmente no puedo, así que mientras la vida rula que te rula ahí fuera, quiero pediros disculpas a los que me seguís en Facebook o Twitter por no ser capaz de que mi existencia, en la actualidad, resulte como otras veces. Tampoco es que me fustigue mucho con el asunto, la verdad, pues como me ocurre con los lances de carrera soy mucho de contemporizar con lo que no puede salir de otra manera.
Y bien, admito mis limitaciones, me aprieto el cilicio y prometo enderezar rumbo en cuanto me sea posible, que, a lo peor, al final todo consiste en engordar el coño currículum para perseverar en no dar un palo al agua. Acabo de salir referenciado en el libro Irudigileak [dentro enlace], pero me falta todo eso que les sobra a los que van para influencers sin llegar a los números de David Bisbal: tiempo para ejercer el postureo desde las 8 de la mañana a las 10 de la noche, y mira que lo siento, pero no, mi vida no da para tanto porque tengo la fea costumbre de trabajar.
Seguimos juntos, que es lo importante, y a ello me agarro como aprieta contra su pecho el náufrago su tabla. Se os agradece el empeño en leerme, se os quiere, y poquito más puedo decir salvo lo que repito cuando la ocasión me lo permite: Nürbu, sin vosotros, no merecería tanto la pena.
Os leo.
Seguimos juntos, que es lo importante, y a ello me agarro como aprieta contra su pecho el náufrago su tabla. Se os agradece el empeño en leerme, se os quiere, y poquito más puedo decir salvo lo que repito cuando la ocasión me lo permite: Nürbu, sin vosotros, no merecería tanto la pena.
Os leo.
Me conformo con saber que andas bien.
ResponderEliminarEn los tiempos que vivimos las ausencias prolongadas de alguna gente nos preocupan.
Un saludo
Sr.Polyphenol
Felicitaciones!
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