Que Christian Horner esté a favor de los equipos B no significa otra cosa salvo que el ADN de nuestra Fórmula 1 está tan podrido que no tiene salvación.
Red Bull forma parte del Grupo de Estrategia y en su mano estaría devolver a esta competición aquel espíritu que la convirtió en un lugar muy parecido al Paraíso, pero no quiere porque el formato actual permite que haya dejado de ser el juguete de un magnate de las bebidas energéticas y pueda codearse con Mercedes AMG, Ferrari o McLaren...
Siempre ha habido equipos dependientes, pero, por Dios, no comparemos eso con los equipos B actuales, que lo mismo te hacen de fregona del garaje que ruedan por ti lo que ha prohibido el reglamento o, llegado el caso, te ayudan a amañar el resultado de un Campeonato del Mundo, o dos, o cuatro, para que, años después, Maranello trate como segundo piloto al tipo que te dio las coronas que luces en las vitrinas de Milton Keynes.
Creo que corría 2011 cuando Lewis Hamilton acertó de plano afirmando que Red Bull no era una escudería porque se dedicaba a producir latas... El marketing, que lo mismo vende brebajes que campeones y para el que sólo existe el resultado. ¿Cuánto cuesta un Mundial?, ¿te apoyo en la prórroga del Acuerdo de la Concordia y qué me das?, te salvo el WRC y ¿algo tendrás que darme a cambio...?
La de Horner no sería nada sin la presencia de Toro Rosso y los órganos de propaganda que sólo dan noticias mientras sobreviven contentando a su amo.
Lo que estaba vetado a los demás ella lo resolvía tirando de equipo B porque para eso había puesto el dinero que ayudaba a mantener la parrilla. Honda necesitaba espacio y rodaje, y Franz Tost aceptaba bajarse los pantalones y hacer el trabajo sucio porque lleva las riendas de un equipo B. Y pasa el tiempo y el trágala se ha demostrado arma de doble filo porque todo Dios tiene equipos B, y cuando sale el bueno del actor secundario a decirnos que todo está bien así, convendría que nos lleváramos las manos a las cachas de la automática porque nos está llamando gilipollas a la puñetera cara.
Os leo.
Lo que estaba vetado a los demás ella lo resolvía tirando de equipo B porque para eso había puesto el dinero que ayudaba a mantener la parrilla. Honda necesitaba espacio y rodaje, y Franz Tost aceptaba bajarse los pantalones y hacer el trabajo sucio porque lleva las riendas de un equipo B. Y pasa el tiempo y el trágala se ha demostrado arma de doble filo porque todo Dios tiene equipos B, y cuando sale el bueno del actor secundario a decirnos que todo está bien así, convendría que nos lleváramos las manos a las cachas de la automática porque nos está llamando gilipollas a la puñetera cara.
Os leo.
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