martes, 17 de marzo de 2020

Un trabajo de mierda


Decíamos hace poco que a Bernie conviene cogerlo con pinzas porque lo mismo acusa a Ferrari de no proteger adecuadamente a Sebastian que atiza al teutón sin compasión por hacer un trabajo de mierda, y cito literalmente.

Independientemente de lo acertado o no del exabrupto y de lo que haya podido herir las carnes de John René y los tantos que me han acusado durante 2019 de ser extremadamente duro con Vettel (sic), lo cierto es que no deja de tener su gracia que sea precisamente Ecclestone quien se refiera así al piloto que atesora cuatro de los diez últimos títulos Mundiales, básicamente porque el que ha hecho un trabajo de mierda ha sido el británico a los mandos del cotarro durante esta última década.

Hablo de década completa porque desde 2017 a esta parte poco ha podido hacer Liberty Media con la herencia emponzoñada que dejó tras de sí quien fuera Boss indiscutible.

Unas gomas de caca, por ejemplo, que no fomentan el espectáculo y por arte de magia nos han devuelto al escenario en el que Bridgestone decidió largarse por no continuar lesionando su imagen de marca, en el que no quiere entrar Michelin, y que tiene en la actualidad como máximo logro que el proveedor único de compuestos es incapaz de ir más allá de lo que establece la normativa como mínimos exigibles para un Gran Premio [La estrategia a una parada son los padres].

O un Grupo de Estrategia que acumula un increíble poder, otro ejemplo, que ha facilitado que las parrillas de estos últmos años se hayan convertido en un erial en el que sólo cuentan los grandes y el resto hace de comparsas mientras sobrevive como puede...

Termino el desgrane del rosario de castañas pilongas que nos ha dejado Bernard Charles Ecclestone porque es un no parar y porque se puede acotar en que el peso de los ingenieros en la competición es tan excesivo que los pilotos cada vez cuentan menos.

Exceptuando a Nico Rosberg, quien viéndolas venir decidió marcharse con su título bajo el brazo, el resto de coronas ha tenido más que ver con la máquina que con las manos que la han conducido, y aunque parezca que estoy defendiendo a Vettel, que seguramente lo estoy haciendo, no son exigibles esfuerzos sobrehumanos en cuanto a recuperación cuando los entremanientos se han reducido y hoy resulta imposible echar horas en Muguello como hacía Michael Schumacher, o romper cajas de cambio como hizo Gilles Villeneuve en su día.

Todo está tasado y, en buena medida, la Fórmula 1 se ha convertido con el transcurso de las temporadas en una gigantesca trampa para osos en la que no tiene cabida la esencia de todo deportista: trabajar para mejorar y aprender constantemente de los errores. Todo esto es un made in Bernie en toda regla, pero también, un gigantesco trabajo de mierda porque sin coche no eres nada y encima te escupen.

Os leo.

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