viernes, 20 de marzo de 2020

¿Más allá de Le Mans '66? [II]


Cuando la prensa especialista se refiere en la actualidad a la pasión ferrarista y sus fieles, suele olvidar con notoria facilidad sus raíces profundamente arraigadas en una historia plagada de excelencia italiana antes de la II Guerra Mundial, que después de la contienda se levantó de sus cenizas para continuar marcando el paso en el mundo del automóvil alrededor de la figura de un potro rampante, altivo y soberbio, que se convirtió en símbolo de todo un país en el instante en que éste buscaba recuperar su sitio en el mundo. Se è bella è la Ferrari! Se è veloce è Ferrari!

Henry Ford II sabía perfectamente qué quería adquirir cuando comenzó las negociaciones con Maranello a comienzos de 1963. No se trataba sólo de coches ni líneas de producción ni divisiones deportivas, evidentemente.

Pero vayamos por partes. La posguerra en Italia fue complicada porque era una nación derrotada al haber pertenecido al Eje (Potenze dell'Asse) junto a Alemania y Japón.

A pesar de la maquinaria propagandística de Hollywood, las tropas aliadas no dejaron buen sabor de boca durante la liberación. Los titubeos de Roma en 1943 habían facilitado a Hitler hacerse con la parte más rica e industrial mientras los aliados dejaban a partisanos y comunistas batirse el cuero con los nazis y los restos del fascismo de Mussolini, y aunque no sea momento ni haya espacio para explayarse, aquí tenemos el germen del sentir nacionalista y republicano que no fue del gusto de Washington, que llevó en 1946 a la abolición de la monarquía y la declaración de la República, y, posteriormente, a que los Estados Unidos apoyaran abiertamente a la Democracia Cristiana porque detrás del Partido Socialista y Partido Comunista andaba Moscú.

Sintentizando mucho, como de costumbre, los yankies no caían bien en la mayoría del país transalpino, y para colmo, su gestión de los recursos del Plan Marshall no ayudaron a mejorar esta perspectiva pues estaba enfocada a la liberalización del mercado y no a fomentar los valores republicanos —si tenéis tiempo indagad un poco sobre la figura de Enrico Mattei para haceros una idea de lo que se cocía en Italia hasta su asesinato en octubre de 1962. 

Y bien, alrededor de los años sesenta del siglo pasado, en pleno resurgimiento industrial, los sentimientos nacionalistas se exacerbaron reavivando los rescoldos del fascismo mientras la URSS se implicaba aún más en el contexto proletario, lo que generó una importante inestabilidad que polarizará y crispará la vida política y social, poniendo palos en las ruedas de la recuperación, claro está.

¿Hemos dicho inestabilidad? Pues sí, y sólo hemos hablado de Italia, dejando en el tintero los vaivenes en el precio del crudo orquestados por las petroleras, que derivaron en la creación de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en noviembre de 1962.

En fin, la vida no resultaba fácil entonces, mucho menos para una empresa pequeña como Ferrari, que precisaba de grandes dosis de financiación para mantener su producción de automóviles deportivos mientras en los circuitos extendía su leyenda para orgullo y disfrute de los italianos, independientemente de su credo o confesión. Se è bello e veloce è Ferrari!

Continuará, también desde casa, certo! Os leo.

> ¿Más allá de Le Mans '66? [y III]
< ¿Más allá de Le Mans '66? [I]

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