sábado, 21 de marzo de 2020

Licorería [Jerónimo Fdez. Duarte]


Es temprando para echar un trago pero no para beberse un poema, y de poesía vamos a hablar para reseñar Licorería (Ediciones Rilke, 2017), obra de Jero que tiene que ver con la Fórmula 1 que su autor es un gran aficionado a este deporte y que, como diría Jorge Oteiza, a la poesía hay que respetarla siempre, aunque sea mala, porque en el pulso esencial que lleva a componer un verso hay más valentía y más vida que en cualquier prosa...

La cita no es literal. Tuve la fortuna de conocer al chamán oriotarra en mis años de Bellas Artes y su vitalidad empujaba más que la voz de un ingeniero a través de la radio: pushing, pushing!, lo mismo que hace Jero en su libro cincelado a base de 50 preciosos intentos que convierten en algo más que apropiada la elección de las palabras de Samuel Beckett para su apertura: «Fracasa otra vez. Fracasa mejor...»

Qué hace un piloto sino enfrentarse al fracaso constantemente, soñando con poder superarlo...

Qué hacemos nosotros en nuestra vida cotidiana sino encarar curvas y curvas imaginando que hemos tomado la trayectoria adecuada a la velocidad adecuada en pos de un milagro que no suele llegar cuando la bandera a cuadros define el final de la jornada y nos metemos en la cama...

Oteiza respetaba la poesía incluso cuando no era buena, pero Jero lo es y tiene magia, lo que convierte Licorería en una botella cuyo contenido rebosa aromas, ecos y sabores conocidos y desconocidos, que permite beberlo incluso sin que haga falta porque siempre sienta bien. El poeta contra el poeta, sólo en el habitáculo, obstinado ante el cronómetro, los tempos, el ritmo y la rima, sabedor de que entre el semáforo verde y la línea de meta sólo vale intentarlo una y otra vez, porque ante la indiferencia sólo cabe ser valiente y demostrar que la vida consiste, muchas veces, en tocar el saxo bajo la arcada de un puente o escribir poemas y mensajes en una botella que más tarde será lanzada al mar.

Os leo.

1 comentario:

  1. Caramba, el libro debe ser de verdad bueno, porque se nota que te ha inspirado.
    Ese último párrafo...

    Saludos desde el (aislado) Coño Sur.;)

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