lunes, 2 de marzo de 2020

El Brexit necesitaba héroes


Que Bernie Ecclestone se haya mostrado firme defensor del Brexit o que INEOS, patrocinador de Mercedes AMG a partir de 2020, sea una empresa que pertenece a Jim Ratcliffe, promotor a ultranza de la salida de Reino Unido de la UE, son sólo dos muestras de lo cerquita que anda nuestra Fórmula 1 de este tipo de fenómenos políticos que, en principio, no tendrían por qué afectar a los avatares de la competición, ¿o sí...?

Abusamos, siempre que podemos, a la hora de resaltar el tipo de relaciones especiales que se establecen entre la política o el dinero y sólo ciertos pilotos y aventuras.

Se asume como cierto, por ejemplo, que Juan Manuel Fangio fue apoyado por el régimen de Juan Domingo Perón para promocionar Argentina en todo el mundo. Desde luego, resaltarlo no supone faltar a la verdad. Tampoco es falso que años antes, Adolf Hitler tuviera sus niñas bonitas en el automovilismo de la época y que Auto Union y Mercedes-Benz salieron muy fortalecidas de aquello, así como las figuras de Rudolf Caracciola y Bern Rosemeyer, que además era oficial de la SS, y por citar sólo dos nombres de la extensa panoplia disponible.

El fascismo de Benito Mussolini y su trato de favor a Alfa Romeo y, por ende, su conexión con Tazio Nuvolari, Achille Varzi o Antonio Ascari, etcétera. Ferrari y las ventajas que recibió en la etapa de posguerra, o más recientemente el dinero de Chávez y Pastor Maldonado, los intereses mexicanos de Carlos Slim y Checo Pérez... En realidad la lista es extensa, aunque sirva como curiosidad que jamás encontraremos en ella rastros de este tipo en lo tocante al Reino Unido y sus conductores y escuderías, tanto es así, que ha cuajado entre el personal la idea de que los british siempre lo han hecho todo a pulmón libre en Fórmula 1.

De esta manera, las medidas de incentivo sobre los sectores automotriz y aeronáutico promovidas por el gobierno conservador de Anthony Eden a partir de mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado y mantenidas por el de Harold Macmillan, ni tienen que ver ni explican el descolle de los garajistas británicos y sus pilotos, no al menos para los especialistas.

Tampoco encontraremos demasiado que relacione la llegada al poder de Margaret Thatcher en mayo de 1979, sus políticas liberales en fiscalidad y arancelarias —incluyendo la despenalización de la evasión de capitales que santificaría la existencia de los paraísos fiscales de la órbita del Reino Unido—, con el apabullante dominio de las escuderías inglesas durante el periodo comprendido entre 1980 y 1999. McLaren y Williams firman esta dilatada época, con la Brabham de Bernie Ecclestone salpimentando su inicio...

Nuestra Fórmula 1 nace precisamente durante el primer mandato de Thatcher, pero la política no es Perón apoyando a Fangio, ni Hitler haciendo lo propio con Mercedes-Benz y Auto Union, ni existen dudas razonables sobre su implicación en los hechos posteriores, que lancen sombras sobre los equipos ingleses como las que empañan los inicios de Ferrari en competición... Gran Bretaña camina sobre las aguas porque el deporte es inglés desde 1950 y tal.

No me enrollo. El Brexit ya ha ocurrido, y se me ocurre que quizás resultaría interesante prestar un poquito más de atención a su trayectoria como movimiento, porque a lo mejor encontramos en ella sabrosas claves para entender lo que le ha estado sucediendo a la Fórmula 1 de 2014 a esta parte.

Os leo.

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