Gracias a Dios, el gesto solidario de Lewis Hamilton con Australia ha concitado más apoyo que críticas, lo que no implica que éstas no sean especialmente reseñables, básicamente por confundir fondo con forma.
A ver, puedes estar en desacuerdo con la publicidad que se ha dado al asunto, pero al menos no olvides que este tipo de actuaciones de personajes públicos también gozan de una importante intención de arrastre. Dan dinero y lo anuncian para fomentar que otros hagan lo mismo, no para que el pueblo llano compruebe qué salaos son tirando de talonario...
En este sentido, creo honestamente que a Lewis sólo cabe felicitarlo, por desprenderse de 250.000 libras esterlinas por una buena causa, y por exponerse con ello a que los bobos le aticen porque no saben ver más allá de la punta de su nariz.
El resto, desgraciadamente, forma parte de nuestra cotidianidad, que hay gente que parece que no ha entendido que en Facebook, Instagram o en Twitter, no se vive, se finge que se vive, que no es lo mismo.
Os leo.
El resto, desgraciadamente, forma parte de nuestra cotidianidad, que hay gente que parece que no ha entendido que en Facebook, Instagram o en Twitter, no se vive, se finge que se vive, que no es lo mismo.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario