¿Es a mí...?

Estaba en la consulta del médico por un tema rutinario de doña Matilde y leo a través del móvil a Carlos Miquel cantando el Gordo de Navidad: ¡Alonso y Coma P1 provisional en la etapa de hoy del Dakar! Minutos después, el bueno de Carlos aclaraba en su Twitter que Mathieu Serradori y Fabian Lurquin, sobre su Century, arrebataban la posición de privilegio a los españoles.

Si os soy sincero, tanto me habría dado un tercer puesto o un cuarto. Llevamos no sé cuánto en Nürbu dando la turrada con que el de Oviedo y su navegante no han venido aquí a ganar el raid, que produce bastante tristeza tener que andar recordándoselo a los numerosos gilipuás que siguen empeñados en que esto es como una carrera de Fórmula 1 o como un partido de fútbol. 

No, no consiste en eso, es bastante más complicado. Sólo culminar la prueba ya supone un éxito. Permanecer regularmente en el top ten o muy cerquita, es una puñetera animalada cuando al volante va un rookie en la especialidad. Clavar una jornada como la de hoy es sencillamente un sueño hecho realidad...

Yo entiendo que hay mucha gente que por múltiples razones prefiere no aceptarlo o ha decidido subirse al carro precisamente ahora —¡bienvenidos!, en todo caso—; pero como decía hace unos días, el Dakar, las 24 Horas de Le Mans o la Rolex 24 at Daytona, entre otras, son eventos deportivos que por su idiosincrasia, dureza y duración, no admiten quinielas [El Dakar elige]. Escogen a su héroes, definen el perfil de los que participan y el de quienes los disfrutan, y si por un casual hay alguien que todavía no lo ha entendido o no asimila que el principal fenómeno del motorsport actual es español, es que tiene un serio problema. Y allá que se lo diagnostiquen y se lo resuelvan, que decía aquél.

Os leo.