Dudo mucho que se pueda estirar el asunto del hexacampeonato de Lewis más allá de lo que ya ha dado de sí. La prensa británica ha hecho todas las cuentas habidas y por haber y nos ha puesto las orejas rojas alabando a su compatriota. Se ha tirado de estadísticas y datos para certificar que Hamilton es Hamilton. También se ha abusado (a mi modo de ver) de la historia ésa del GOAT y de las comparaciones con Fangio y Schumacher, pero como cada vez son más volátiles los hechos, hitos o meros acaecidos, y la información, desde luego, ahora mismo hay una sensación que se está extendiendo como la peste que apunta a que se habla poco de todo un hexacampeón del Mundo. Oh, wait!
¡A mí que me registren!, que decía aquél.
Entiendo la quejita, que conste, lo que no entiendo es que no se entienda que el espectáculo no se puede estirar como un chicle y da para lo que da. Entre la futura normativa 2021, las Pirelli, Vettel, lo tramposa que es Ferrari, el posible retorno de Fernando Alonso —ojito con esto que no ha sido Antonio Lobato quien ha rescatado el clásico sino todo un Martin Brundle—, etcétera, etcétera, etcétera, los seis títulos de Lewis han comenzado a ser devorados por eso que llamamos realidad.
Desconociendo cómo lleva la agenda de apretada y si pronto desaparecerá para centrarse en sus bien merecidas vacaciones, se me ocurre que podemos escribir a Sadiq Khan para que lo paseen en olor de multitudes por la londinense Whitehall, o montar un change.org para que lo lleven a sus programas Pablo Motos, Andreu Buenfuente, o le entrevisten Oprah Winfrey o Seth Meyers, o le hagan un hueco como ponente junto a Greta Thunberg en la Cumbre del Clima o sea protagonista del saque de honor en el Barça-Real Madrid del próximo 18 de diciembre...
No sé, escribo un poco a vuelapluma y alocado, para qué os voy a engañar. Y es que pienso que el problema de todo esto no es Lewis ni el caso que le hagamos o dejemos de hacer, sino la gigantesca pérdida de tirón que acumula la propia Fórmula 1, lo que explicaría que seis Campeonatos Mundiales de los de ahora no valgan lo mismo que los que obtuvo en su día Michael Schumacher, por no hablar del gentío y autoridades que movía en su época el Chueco con alguno menos.
Nos miramos demasiado el ombligo, os lo tengo dicho. Ha dado la sensación de que los medios especialistas han pretendido rendirnos a una evidencia que en el mundo globalizado que nos ha tocado vivir tampoco da para tanto. Y mira, ya nos hemos sometido y, al cabo, hay quien piensa que no nos hemos rendido lo suficiente; y es que nunca llueve a gusto de todos.
Os leo.
Os leo.
Ni los 6 títulos ni el ganador de ellos son tema. Hay que apuntar hacia otros y otros temas para mantener encendida la mecha de de la velita
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