Cuando alguien argumenta, para atacarte o quitarte la razón, que te gusta Daniel Ricciardo porque es simpático (sic), se está desnudando y te desvela por qué para él tiene tanto valor deportivo andar encendiendo y apagando interruptores en un garaje...
Daniel deslumbra en 2014 no por oposición al pecador de la pradera que tiene como compañero, sino porque ante las continuas inadaptaciones del alemán, al australiano se le abre de par en par un horizonte que le estaba vedado en Toro Rosso. Dispone de coche, hay carreras por disputar, puntos por ganar, y un piloto siempre sabe qué significa eso. Vamos, que no hay que enredarse demasiado para entender por qué ocurre ese año y no otro, que sé que lo hemos pillado.
Y bueno, a lo que vamos. Después de sus andanzas en Red Bull hasta finales de 2018, nuestro simpático protagonista se embarcaba en la aventura Renault antes de que supiésemos que a don Carlos Ghosn le habían pillado con el carrito de los helados y la mano donde no debió meterla nunca, y aunque ya aventuramos que aquellos vientos podían acabar generando huracanes en Enstone, la verdad, ni en mis peores sueños imaginaba yo que íbamos a estar terminado 2019 con Renault envuelta en tanto nubarrón negro.
Os leo.
Desde que la del rombo adquirió la estructura de Benetton, allá por 2000, siempre ha ocurrido que para que las cuentas encajaran en pista había que contemplar en la ecuación la presión de una cúpula directiva que exigía resultados con la menor inversión posible. Tal es así que Fernando Alonso decide irse a McLaren a finales de 2005, porque don Carlos gritaba ¡más madera! sin aumentar los presupuestos más que lo justito ni asegurar la viabilidad del proyecto.
Renault es el típico motorista al que le sobran los equipos deportivos. Antonio Moratilla me decía el otro día que la Régie quiere ser grande sin pagar el peaje, y razón no le falta.
Evidentemente no se puede estar a misa y repicando campanas, y en este sentido, es más que posible que a Renault F1 Team le queden dos telediarios porque la secuencia de circunstancias vividas en las últimas semanas apunta precisamente a eso. Salida de Nico Hulkenberg, McLaren que marida con Mercedes-Benz para 2021, resultados en pista que no acompañan, Abiteboul que muestra cara de que ya le han anunciado que en 2020 no sigue [Con Red Bull se vivía mejor]. Llega Esteban Ocon pero no soy el único que piensa que el francés en una escudería de matriz francesa va a interpretar el papel de parche coyuntural para convencer a alguien, arriba, de que es posible y recomendable continuar gastando dinero mientras se pierde terreno y cuota de mercado y se ha encendido un cirio a Santa Juana de Arco para que la sangría no continúe.
Ya termino. Daniel está metido de lleno en este totum revolutum, pero como me gusta más allá de porque sea simpático, querría imaginarlo mirando cómo salir de esta trampa para osos en la que se metió el año pasado.
Os leo.
Si, seguramente como a Alonso en el 2008, se esperaba otra cosa.
ResponderEliminarDe todas formas, volvemos a lo que hemos comentado otras veces. En este momento,existen muchos mas pilotos con talento que coches que te puedan llevar a la victoria, teniendo en cuenta ademas que por decreto ley el 2º piloto se intenta que no pueda ganar al 1º. Asi q va a haber muchos pilotos con talento q se van a retirar sin ni siquiera aproximarse a disputar el campeonato del mundo