No tienen suerte ni Brackley ni Lewis Hamilton, han conseguido la superioridad por tierra mar y aire pero, a cambio, la están demostrando en un territorio bastante poco creíble que no hace otra cosa que enfatizar que la cosa es mucho más facilona de lo que se nos quiere vender.
En nada el de Tewin conquistará su sexto entorchado mundial y alguien comenzará (de nuevo) a trazar comparativas con Michael Schumacher porque los números dan para eso y mucho más si no los calientas antes. ¿El sexto del Kaiser? Pues sintiéndolo mucho diré que no hay mucho que comparar.
El sexto de Michael se consolidó en 2003 y Ferrari fue infinitamente más lista que lo que está siendo Mercedes AMG en estos momentos. Gestionó muchísimo mejor la situación. Bernie también calibró mejor que Liberty Media en la actualidad, pero esa es otra historia. En fin, la italiana y su piloto alemán venían de campeonar de lo lindo en 2001 y 2002 y con el feo asunto a cuestas de las órdenes de equipo dadas por Jean Todt en el Gran Premio de Austria, así que se lo tomaron con bastante tranquilidad.
El F2003-GA (se estrenó en el Gran Premio de España) era un gran coche pero lo que le hacía realmente sobresaliente era el conductor que llevaba en el habitáculo, lo que facilitó las cosas.
Dos años consecutivos de aburrimiento son asumibles para el espectáculo, tres ya no tanto, así que con el foco puesto en la calidad de su estrella, Maranello aceptó una serie de cambios encaminados a favorecer el espectáculo y la supervivencia de los equipos pequeños y el resultado fue un temporada brillante que terminó con Schumacher (Ferrari), Raikkonen (McLaren) y Montoya (Williams), y por este orden, en un abanico de 11 puntos de los de antes, con Rubens Barrichello, el segundo piloto de La Scuderia, a 28 de su compañero. Además de bonito, el show resultó creíble...
El F2003-GA (se estrenó en el Gran Premio de España) era un gran coche pero lo que le hacía realmente sobresaliente era el conductor que llevaba en el habitáculo, lo que facilitó las cosas.
Dos años consecutivos de aburrimiento son asumibles para el espectáculo, tres ya no tanto, así que con el foco puesto en la calidad de su estrella, Maranello aceptó una serie de cambios encaminados a favorecer el espectáculo y la supervivencia de los equipos pequeños y el resultado fue un temporada brillante que terminó con Schumacher (Ferrari), Raikkonen (McLaren) y Montoya (Williams), y por este orden, en un abanico de 11 puntos de los de antes, con Rubens Barrichello, el segundo piloto de La Scuderia, a 28 de su compañero. Además de bonito, el show resultó creíble...
No me enredo. La necesidad que muestra Mercedes AMG por controlarlo todo está resultando lesiva para la figura de Lewis Hamilton, que avanza hacia su sexta corona como podría ir a por la décima. No es de ahora, la sensación de que Brackley guarda ases en la manga viene de hace unos años. Si no son sus secretos técnicos son los azares que sufren sus rivales en un entorno deportivo diseñado para que quien tiene ventaja la mantenga. A la alemana no le interesa contrastar su calidad ni la de su piloto en igualdad de condiciones, y el último botón lo hemos tenido en el último cambio reglamentario, sacado adelante sólo porque Mercedes AMG y Force India inclinaron la balanza, y, lógicamente, salvo para los más afines, el precio que se está pagando es elevadísimo y no, Lewis ni se parece al Chueco ni le llega a la suela de las zapatillas a Michael aunque arrase con sus números.
Os leo.
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