A partir de este fragmento de la instantánea que tiró Ismael —imagino que desde la loma interior que protege la vaguada del final de las Esses, antes del giro a Tertre Rouge—, que podéis disfrutar completa clicando sobre la imagen, a uno se le puede ir la cabezar en technicolor y con sonido surround y no recuperarla hasta la edición 2020/21 de las 24 Horas de Le Mans, momento en que podremos empezar a disfrutar de los Hypercars.
La categoría reina de la actual Resistencia es la musculosa LMP1 pero donde está la auténtica salsilla es en la serie LMGTE-Pro (Le Mans Grand Touring Endurance - Professional), incluso en la LMGTE-Am (Amateur), coches casi normales de esos que los mortales sólo vemos en nuestros sueños más húmedos...
Por mor del reglamento ACO, los LMGTE-Pro son perfectos bastardos, bestias que por cercanía con lo que consideramos asequible en las calles (sólo en algunas, tampoco exageremos), concitan sobre sí la mayor parte de la magia que atesora cualquier evento en el que participan, aunque siendo honestos, esta magia tiene truco a pesar de que ello no impida que sigamos arrodillándonos y quitándonos el sombrero a su paso.
Son dos puertas de toda la vida, deportivos, sportives. Herederos del linaje más antiguo de la Resistencia y, por ende, de las 24 Heures du Mans.
En los cinquienta del siglo pasado fueron los auténticos reyes de la disciplina. Más tarde les quitaron el sitio los prototipos, pero siguieron allí, alimentando el grueso de la parrilla, esperando su oportunidad, y ahí se han mantenido hasta nuestros días, poniendo ese puntito especial que hace de Le Mans un lugar tan magnético. Se les oye llegar y partir y su sonido peculiar se distingue, y los pasos de la caja de cambio se perciben con tonalidades distintas también. Unos hacen vibrar más el suelo a su paso, otros no tanto. Mantienen un parecido de prestaciones entre plataformas lo suficientemente razonable como para que la competición parezca más real y palpable que en LMP1 y LMP2.
En cierto sentido son el auténtico espectáculo en Resistencia. Los matices en cada uno de ellos no los hacen abrumadoramente distintos sino algo diferentes, cosa que siempre resulta de agradecer. Además, son el vínculo natural con nuestro pasado pues en sus filas se aglutinan los nombres de las grandes marcas: Ferrari, Porsche, Chevrolet, Aston Martin, BMW y Ford, dándose la circunstancia de que en esta pasada edición, las dos últimas han dicho adiós a los aficionados rugiendo en La Sarthe, como solía suceder antaño.
Mirando la fotografía de Ismael, uno piensa en que los LMP1 o LMP2 pueden llegar a desaparecer y que seguramente lo harán con el paso del tiempo los Hypercars, pero los GT nunca se jubilarán porque se perdería la esencia de este tipo de pruebas...
Os leo.
Por mor del reglamento ACO, los LMGTE-Pro son perfectos bastardos, bestias que por cercanía con lo que consideramos asequible en las calles (sólo en algunas, tampoco exageremos), concitan sobre sí la mayor parte de la magia que atesora cualquier evento en el que participan, aunque siendo honestos, esta magia tiene truco a pesar de que ello no impida que sigamos arrodillándonos y quitándonos el sombrero a su paso.
Son dos puertas de toda la vida, deportivos, sportives. Herederos del linaje más antiguo de la Resistencia y, por ende, de las 24 Heures du Mans.
En los cinquienta del siglo pasado fueron los auténticos reyes de la disciplina. Más tarde les quitaron el sitio los prototipos, pero siguieron allí, alimentando el grueso de la parrilla, esperando su oportunidad, y ahí se han mantenido hasta nuestros días, poniendo ese puntito especial que hace de Le Mans un lugar tan magnético. Se les oye llegar y partir y su sonido peculiar se distingue, y los pasos de la caja de cambio se perciben con tonalidades distintas también. Unos hacen vibrar más el suelo a su paso, otros no tanto. Mantienen un parecido de prestaciones entre plataformas lo suficientemente razonable como para que la competición parezca más real y palpable que en LMP1 y LMP2.
En cierto sentido son el auténtico espectáculo en Resistencia. Los matices en cada uno de ellos no los hacen abrumadoramente distintos sino algo diferentes, cosa que siempre resulta de agradecer. Además, son el vínculo natural con nuestro pasado pues en sus filas se aglutinan los nombres de las grandes marcas: Ferrari, Porsche, Chevrolet, Aston Martin, BMW y Ford, dándose la circunstancia de que en esta pasada edición, las dos últimas han dicho adiós a los aficionados rugiendo en La Sarthe, como solía suceder antaño.
Mirando la fotografía de Ismael, uno piensa en que los LMP1 o LMP2 pueden llegar a desaparecer y que seguramente lo harán con el paso del tiempo los Hypercars, pero los GT nunca se jubilarán porque se perdería la esencia de este tipo de pruebas...
Os leo.
Hola, José. Cuando veíamos la carrera, en una ocasión (las 3 primeras horas, creo) les dije que me parecía que en la PRO estaba la acción. Esos autos siempre dan espectáculo. Me encantan sus carreras.
ResponderEliminarElín, muy buenos días ;)
ResponderEliminarTe tuve presente mientras escribía el texto. Los GT son la salsa de este tipo de pruebas, da gusto verlos rodar de noche y de día, o al atardecer, como nos muestra Ismael en su foto ;)
Abrazote grande
Jose