miércoles, 19 de junio de 2019

Los fieros


Nunca ha habido tanto caudal de información disponible concentrado en tan pocos focos de interés. Obviamente aquí falla alguien, porque no es ni medio normal que a miércoles de semana de Gran Premio, el curso natural del campeonato de Fórmula 1 necesite poco menos que pastillita de Viagra para atraer la atención y el personal siga embobado con los vapores etílicos de acaecidos recientes.

Hamilton hace de humilde de trapo y ¡guau! Vettel rompe cositas y ¡guau, guau, guau! —por favor, leed las exclamaciones bajo el paraguas de la segunda acepción que da la RAE, no en plan enciclopedia canina—. Y el caso es que buscas algo sobre Valtteri Bottas, por ejemplo, y apenas encuentras caldo en el fondo del plato para llenar una cucharilla de café. Con Leclerc pasa otro tanto, y eso que el monegasco ha patrocinado muchos momentos nescafé desde el inicio de esta temporada.

Lo del finlandés clama al cielo. Es segundo en la tabla de Pilotos y se mantiene a 29 puntos del líder actual con 33 de saldo sobre su inmediato perseguidor: Sebastian.

En sentido estricto debería ser él quien copara una importante cuota de noticias y conversaciones, básicamente porque lleva el mismo cacharro que su compañero inglés y porque ya le ha dado un par de sustos al pentacampeón esta campaña. Pero no, alguien ha decidido que el de Nastola no cuenta, que lo importante aquí es ese duelo ficticio que se celebra en la distancia entre los números 1 de Mercedes AMG y Ferrari, que como estiremos la cosa se parecerá más y más a la trama de Ladyhawke (Lady Halcón). Y es que, a ver, ¿cómo te lo montas con un lobo de noche o con un ave de presa durante el día...?

No me quiero extender con esto aunque da para mucho. La gente nota estas cosas. No es tonta. Lo ve cada carrera y lo entiende porque lo pilla cualquiera menos los que no saben hacer la O con un canuto, y bueno, a lo que vamos, a falta de buen alpiste siempre queda a mano recurrir a la historia de nuestro deporte, evitar los charcos con mano diestra y sin que se perciba que tenemos miedo a salpicarnos los pantalones y, ¡que no falte!, alimentar fueguitos flanderianos que recalquen el supremo valor del patrón frente al currante, algo muy neoliberal pero que rara vez funciona.

Ahí dentro, en el paddock, hay gente que paga por determinados servicios y otra que se los brinda a cambio de pasta u objetivos. Es una relación comercial como otra cualquiera, y en ella cabe, también, conciencia de clase. Los patrones se arropan entre ellos y buscan que la autoridad les ofrezca garantías para mantener su estatus, y bueno, el proletariado se busca las alubias, como ha hecho siempre, de forma que aunque Charlie Whiting acabe quedando para los anales como el prohombre que más ha hecho por la seguridad, ello no impedirá que al cariño del fuego recordemos a aquellos pilotos que se rebelaron contra las condiciones reinantes y fueron capaces de imponer criterios que les favorecían o les mejoraban la vida.

Actualmente, la suma de puntos entre los tres primeros equipos casi quintuplica la de los siete restantes. 591 a 123, con dos avellanitas y un palo. Sólo llevamos siete carreras disputadas y a ver en qué queda esto en Abu Dhabi, pero en fin, en vez de hablar de lo que supone este escenario, o de Bottas mismo, a la peña le ha dado por dar el coñazo con las faltas de respeto reales o imaginarias, olvidando que los cimientos de todo esto los pusieron pilotos a los que el jefe podía tocar los cataplines una vez, quizá dos, pero a la tercera se quedaba plantado o se llevaba lo que estaba buscando: eso, precisamente eso...

Os leo.

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