Get Dat

Estoy mayor para cambiar. Siempre he querido ser el sumergible de Yellow Submarine pero el tiempo me ha ido poniendo cara de Clase Los Ángeles o Akula soviético —molan más que los rusos aunque en el fondo (del mar) son lo mismo. 

Pasa el tiempo, que es a lo que vamos, y si no me siento culpable de haber pertenecido a aquella Generación del 27 que comprendió lo que era la buena Fórmula 1 disfrutando del tipo más genuino que ha parido madre, un tal Gilles, un piloto sobrevalorado para algunos, ya que sus números no son para tanto (sic), menos me voy a poner tensito porque si le tuviera que vender un frigorífico a un esquimal, un suponer, seguro que me volvía para casa con el bendito electrodoméstico, una foca, un qimmiq y un trineo, y, fácilmente, con la suegra del aludido; eso sí, también con menos calderilla en el bolsillo y la cuenta corriente...

Pierdo jamones apostando por quimeras, fundamentalmente por la Ferrari de Vettel y por Honda, pero en vez de ganar amigos, como me acusaba Prostvuelve, me van diciendo adiós desde la cuneta...

En fin, el paso del tiempo no me hace mella por lo que decía al principio: porque estoy mayor para cambiar. ¿Jode que mencione a Carod-Rovira en una entrada que va de especulaciones que acaban pinchando como los globos de las fiestas de cumpleaños [A los pichaflojas...]?, pues arreando, que es gerundio, porque entendemos que somos seguidores de uno de los deportes más corruptos que existen, o no comprendemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor.

Aprendes esta gramática parda o estás realmente jodido. La actualidad de nuestro deporte sólo se parece a la antigua en la prevalencia de las corruptelas, y por mucho que insistan en otro tipo de parecidos los que dicen en sus curriculums que vieron a Pedro Picapiedra y Pablo Mármol en el rocódromo de Piedradura, la realidad es la que es: un despojo.

Y lo mismo vale para los que una vez tuvieron y hoy se han reducido a Twitter como la cebolleta que pocho a fuego lento los domingos, antes de poner a freír las patatas y convertir el asombro en una estupenda tortilla española que hace las delicias de mis sobrinas nietas Cora y Alma, huevos y justo tiempo en sartén mediante, of course!

Peor lo tienen, la verdad, los que llegarán a los veinticinco años sufriendo de bipolaridad aguda. Hoy adoro al asturiano de los demonios, pero mañana, día impar, toca criticarlo porque si hay que decirlo se dice y no pasa ná, en plan malafollá...

No me enredo. La cosa iba tan bien y se parecía tanto a lo de antes, y los que criticábamos éramos tan pérfidos y desapasionados, y tan malos aficionados, que nuestra actividad ha considerado menester poner más pimienta en la ensalada perfecta. Va un punto extra para cualquiera de los primeros diez clasificados que logre en carrera la vuelta rápida.

No tocamos la herrumbre de las limitaciones ni las penalizaciones en parrilla, vamos al meollo de la cuestión que sólo entienden los bobos, y damos en 2019 un punto más a los dos o tres candidatos con posibilidades. Caerán los récords una vez más; hasta yo, creo, podré parecerme a Senna...

Disfruté de Gilles Villeneuve. Después de eso, me temo que habas contadas. El mejor Alain, Ayrton, Nigel en estado de gracia. Michael, Mika, Fernando... Kimi exultante en McLaren y luego en Ferrari, y después la nada. O mejor, ese puntito extra que no sirve ni para limpiarse salva sea la parte, pero delata que tenemos más gilipollas por centímetro cuadrado de los que podemos soportar. Y así lo veo, y así os lo cuento.

Quise ser Yellow Submarine, pero se cruzó en mi camino el Nautilus... Os leo.