El gran putetxe

Lo digo totalmente en serio: me enternece mucho que habiendo estado en manos de un individuo al que los aficionado le importaban un pimiento, al que las redes sociales le importaban una baba, al que sólo le interesaban los septuagenarios que gastaban Rolex, a la gente le dé por defender su legado como si perteneciera al mismo linaje que nos dejaron como legado Colin Chapman, Enzo Ferrari, Ken Tyrrell, Teddy Mayer o cualquiera otro de aquellos que ayudaron a cimentar todo esto, Frank y Ron, por ejemplo...

Desde mediados de la década pasada la Fórmula 1 está en manos de fondo de inversión. Podemos asumirlo, medio verlo o mirarlo de reojo, pero esto va a seguir siendo así por muy tontos que nos pongamos.

No pretendo destripar mi libro, pero en él, Bernie, sus maneras, acaban explicándolo todo desde hace dos décadas y media a esta parte.

El éxito de Ferrari, la salida del Kaiser por la puerta de atrás, el clímax de Red Bull, el de Mercedes AMG. Todo... Y esto supone su soberano problema porque si un mindundis como yo puede hablar de Fómula 1 y aclarar lo que ha sucedido en los últimos años sin prácticamente mirar a pista, es que el negocio y sus intereses han solapado la actividad sobre el asfalto por encima de sus posibilidades, hasta el punto de que da la sensación de que no habría sido necesario gastar un miligramo cúbico de combustible para que la realidad fuese algo diferente a la de ahora...

Entiendo a los que porfían en decir que esto es como siempre, que la Fórmula 1 siempre ha sido así. Asegurar las alubias a fin de mes aprieta lo suyo, pero por favor, no nos volvamos gilipollas del culo. El público mayoritario interesaba poco y sige interesando nada mientras la herencia de Bernie se diluye, la FOM ha sido la principal promotora de la persecución de contenidos en internet hasta hace nada... 

No me quiero enredar. Vivir para dar plusvalías a los fondos de inversión supone ser un poco como un burdel con prostitutas. Ellas son el gancho, lo importante es la pasta que se genera como beneficio, da igual que lo pasen bien o mal, el negocio no está a eso. Bernie ha ejercido de gran proxeneta, de chulo en la esquina de las Choperas. Lo de menos es lo que sucede en cada Gran Premio o al final de cada campeonato, lo importante son los negocios que se han trabado con ocasión de las carreras, los réditos, el beneficio anual, satisfacer a los consejos de administración, etcétera. Y lo curioso del caso es que con Senna y Prost también pasaba, aunque a la postre, seguía habiendo espacio para el deporte porque todo era más chiquitito y no pesaba tanto la cuestión del dinero.

Aparte de los bobos que siguen erre que erre intentando encontrar la cuadratura del círculo, nos queda como resto de sopa una cultura facilona en la que el mejor es el que más conviene a los intereses del Circo. Negro, joven, con los números de Fangio. Es fácil verlo. Hamilton se postula como el producto mejor posicionado para los tipos a los que la Fórmula 1 les importa un pimiento pero gastan Rolex porque pueden permitírselo. Y los lelos de aquí compran la película completa sin saber si el guión lo vale, sin reparar en que el regente de este putetxe, nos ha usado a todos para su negocio.

Carne. Mercadeo, trapicheo. Inversión y retabilidad. Y a ver quién los tiene tan grandes como para poner el cascabel al gato...

Os leo.