Con todo este lío que se ha montado alrededor de las órdenes de equipo, desgraciadamente sigue aflorando la poca importancia que tiene en el debate el aficionado normal, sí, esa persona que independientemente de su sexo, edad o estudios, busca emoción en la Fórmula 1 o simplemente divertirse un rato con ella.
Doy por sentado que incluso los Sabios de la montaña y los que ya estaban aquí antes del Diluvio Universal, llegaron vírgenes a todo esto, ignorantes, que se dice, y que, una vez aterrizados, fueron adquiriendo conocimientos y profundizando en las distintas áreas de nuestra actividad hasta convertirse en prohombres o promujeres que resuelven todas las dudas actuales con el consabido: esto siempre ha sido así.
Un servidor, que para eso está, se encontró con la Fórmula 1 en casa, de chaval. Tuve suerte. Entonces nadie solicitaba un máster ni haber superado un examen que habilitase el correspondiente carné para poder hablar de nuestro deporte en público. Imagino que también había pedantes pero no encontré ninguno en mi camino, de forma que me divertía descubriendo y seguía descubriendo mientras me divertía todavía más, y llegó el momento de compartir, y compartí y dejé que compartieran conmigo sin que apareciese nadie para recriminarme que cómo era eso de que no supiese tal o cual cosa, o que cómo me atrevía a hablar de esto o aquello o lo de más allá...
Años después, muchos años después, para ser exactos, inicié Nürbu y cada cierto tiempo he tocado el mismo motivo de esta entrada: la falsa necesidad de saber un huevo y la yema del otro para disfrutar como Dios manda de nuestro deporte, lo que viene a ser como exigir que hay que conocer todo el trabajo de Frankenheimer y la historia del cine antes de decir que lo has pasado bomba con la cinta Ronin.
Tu vas, por ejemplo, a disfrutar de una propuesta del Circo del Sol, y si no te convence como espectáculo lo último que quieres oír hablar es sobre los problemas del negocio o de si esa gente está ahí para ganar dinero, no para contentarte a ti, o mil y una monsergas más. No te ha satisfecho y punto. Nadie en su sano juicio lo discutiría, porque, básicamente, los espectáculos están para entretener al público y si no lo hacen de forma convincente: no cumplen su cometido.
Y bien, la Fórmula 1 tiene su principal problema en que precisa de una cohorte de especialistas de diferentes niveles, sin los cuales el aficionado normal está literalmente perdido. Fauna que en la actualidad está la mar de contenta de haberse conocido. Que defiende a capa y espada el elitismo del patio, que se alarma por su futuro, pero que en cuanto te das la vuelta achacan a que no entiendes de Fórmula 1 cualquier crítica. Y me pregunto: ¿para cuándo se va a empezar a pensar en las necesidades reales del espectador en vez de criminalizarlo a todas horas como si fuese tonto del culo?
Os leo.
Doy por sentado que incluso los Sabios de la montaña y los que ya estaban aquí antes del Diluvio Universal, llegaron vírgenes a todo esto, ignorantes, que se dice, y que, una vez aterrizados, fueron adquiriendo conocimientos y profundizando en las distintas áreas de nuestra actividad hasta convertirse en prohombres o promujeres que resuelven todas las dudas actuales con el consabido: esto siempre ha sido así.
Un servidor, que para eso está, se encontró con la Fórmula 1 en casa, de chaval. Tuve suerte. Entonces nadie solicitaba un máster ni haber superado un examen que habilitase el correspondiente carné para poder hablar de nuestro deporte en público. Imagino que también había pedantes pero no encontré ninguno en mi camino, de forma que me divertía descubriendo y seguía descubriendo mientras me divertía todavía más, y llegó el momento de compartir, y compartí y dejé que compartieran conmigo sin que apareciese nadie para recriminarme que cómo era eso de que no supiese tal o cual cosa, o que cómo me atrevía a hablar de esto o aquello o lo de más allá...
Años después, muchos años después, para ser exactos, inicié Nürbu y cada cierto tiempo he tocado el mismo motivo de esta entrada: la falsa necesidad de saber un huevo y la yema del otro para disfrutar como Dios manda de nuestro deporte, lo que viene a ser como exigir que hay que conocer todo el trabajo de Frankenheimer y la historia del cine antes de decir que lo has pasado bomba con la cinta Ronin.
Tu vas, por ejemplo, a disfrutar de una propuesta del Circo del Sol, y si no te convence como espectáculo lo último que quieres oír hablar es sobre los problemas del negocio o de si esa gente está ahí para ganar dinero, no para contentarte a ti, o mil y una monsergas más. No te ha satisfecho y punto. Nadie en su sano juicio lo discutiría, porque, básicamente, los espectáculos están para entretener al público y si no lo hacen de forma convincente: no cumplen su cometido.
Y bien, la Fórmula 1 tiene su principal problema en que precisa de una cohorte de especialistas de diferentes niveles, sin los cuales el aficionado normal está literalmente perdido. Fauna que en la actualidad está la mar de contenta de haberse conocido. Que defiende a capa y espada el elitismo del patio, que se alarma por su futuro, pero que en cuanto te das la vuelta achacan a que no entiendes de Fórmula 1 cualquier crítica. Y me pregunto: ¿para cuándo se va a empezar a pensar en las necesidades reales del espectador en vez de criminalizarlo a todas horas como si fuese tonto del culo?
Os leo.
Qué fantástica foto!! Gracias José, por la entrada nuestra de cada día. Se te va a extrañar un huevo y otro más.
ResponderEliminarAntes con Nurbu, se vivía mejor... pensaremos. No has considerado llegar a los 27?
La virtud de saber expresar lo simple, desde el llano. Hay que estar muy distraído para no verlo...
ResponderEliminarA propósito, y a colación de un comentario en otra entrada: qué tal "Ciudad Indiana" para el próximo blog?
Un abrazo desde el Coño Sur.;)
Buenas Capitán, estoy totalmente de acuerdo con lo que has expuesto ya que como aficionado a la F1 soy de los que solo busca pasar un buen rato delante del televisor. Pero desde hace mucho tiempo a esta parte, el aburrimiento es la tónica imperante en este "entretenimiento" para masas.
ResponderEliminarMis recuerdos en la F1 se remontan a la época en la que yo pensaba (porque así lo veía en la televisión única del momento) que lo interesante de las carreras era la salida y la última media hora de la misma, ya que desconectaban después del primer acto y volvían a conectar casi al final (la llegada y el podio de los campeones). Supongo que lo hacían porque al tener que dar tantos deportes en la misma franja horaria, no podían centrase en un solo acontecimiento, pero para mí es como el el perro del hortelano que ni come ni deja comer.
En fin, que en esa época disfrutaba como un enano ya que lo que me interesaba era ver a esos gladiadores motorizados partiéndose la cara por unos centímetros de pista, que recuerdos de la época inicial de los turbos, como cascaban aquellos angelitos..........
Mi primer cabreo contra "los amos del cotarro", fué cuando se les ocurrió la genial idea de imponer un consumo "capao". Yo me preguntaba, ¿Pero esto no son carreras? ¿porque debe ganar el que mejor sepa "no correr"?. Como ves, ya en aquellos momentos "las mentes pensantes que saben un montón" ya nos aleccionaban y nos decían como había que disfrutar de este espectáculo.
¡Joder!...... si yo solo quiero que corran, luchen y se de den de paso algún toque, pues así disfruto más.
Pasé varios años de sequía ya que la F1 no interesaba a la televisión única y tampoco a las nuevas, hasta que un GENIO español apareció en este mundo de "caimanes vestidos de seda".
Yo solo soy un aficionado que quiere disfrutar y de un tiempo a esta parte con tanta normativa absurda y tanta tontería, estoy más perdido que un pulpo fuera del agua.
Maestro que razón tienes......¡Oh Capitán, mi Capitán!
Un alonsista
Al hilo de lo que comentas Antonio L., y recordando los mismos sentimientos de tu comentario, un pequeño matiz que igual se te escapa por ser más joven: entre la salida y la llegada nada de otros deportes: "La Casa de la Pradera" del inefable Michael Landon. Perfecta para la siesta y por eso hoy no es necesaria. Sólo recuerdo una interrupción a esas plácidas somnolencias: ver el coche en llamas de Lauda aquí, en el Infierno Verde. Pero vaya, un ratito sólo, que había que regresar al oeste en B&N.
ResponderEliminarCao Wen, no recuerdo lo que dices de La casa de la pradera, pero si era así menudo cambio........... De una salida a "sangre, sudor y alguna que otra lágrima" se pasaba a la lacrimógina serie de los felices americanos de la pradera. Por cierto ¿Te acuerdas de la señora Oleson y sus encantadores retoños?.......
ResponderEliminarUn saludo de un alonsista