La borrasca Bottas

El escenario desvelado en el pasado Gran Premio de Italia nos pone en que mientras Sebastian posiblemente no se fíe de Kimi hasta final de campeonato, Lewis estará, en el mismo intervalo de tiempo, feliz como unas Pascuas con Valtteri. Parece que no, pero es un punto con el que conviene contar. 

El de Nastola —esto es opinión personal sin base científica, ¡ojo al apunte!—, tiene alma de huracán pero no pasa de borrasca por mor de que su plaza en Mercedes AMG es para borrascas, no para huracanes. 

Durante un tiempo, ingenuo de mí, llegué a pensar que Bottas nos iba a regalar un Rosberg, pero está visto que no lo verán mis ojos porque Brackley está cómoda con este tipo de configuración pasivorra en la zaga y altanera y levantisca en la punta. Hamilton también está cómodo, ¡¿qué os voy a contar?!, y a tenor de lo que podemos observar carrera sí y carrera también, el marido de Emilia está igualmente cómodo. Y como la cosa funciona, que al fin y al cabo es de lo que se trata, pues como que resulta muy poco previsible que cambie salvo que intervenga un asunto grave, Dios no lo quiera.

Y bien, veníamos diciendo que en Monza la cocina de Ferrari quedaba como si hubiera pasado por allí Alberto Chicote y se hubiese enfrentado al cocinero, mientras que la relación de los pilotos de Mercedes AMG se ha visto fortalecida...

—¿Ves, Valtteri?, cuando una borrasca pretende ser un huracán pasan estas cosas.

—Lo siento, Toto, pero no vi que Kimi hiciera nada malo...

—Da lo mismo, Valtteri. No te pongas cabezón, hazme caso. El mundo se divide entre huracanes y borrascas y los niños siguen viniendo de París. Es así desde siempre, y siempre ha funcionado. Así que ni se te ocurra intentarlo.

Es una forma de verlo, lo admito, pero Vettel posiblemente no se fíe de Raikkonen hasta que termine el Gran Premio de Abu Dhabi, mientras que el de Tewin seguirá estando feliz como unas castañuelas con su compañero finlandés. Parece que no, repito, pero es un matiz que conviene tener en cuenta. 

Os leo.