miércoles, 25 de julio de 2018

Hungaroring, mon amour


La metereología apunta ya a cielos abiertos con escasa probabilidad de lluvia para este próximo fin de semana en las cercanías de Budapest, con lo cual, se puede decir perfectamente mi gozo en un pozo porque con la misma elección de gomas que para Hockenheim, Hungaroring (en seco) huele de lejos a procesión de Jueves Santo.

En todo caso veremos cómo se desarrollan las próximas horas, que a lo mejor pasa como en Gorliz y con un poquito de suerte llega un frente nuboso y ahí se queda.

Efecto microclima lo llaman los expertos, creo. El doctor Areilza lo vio como bueno a finales del siglo XIX. Preocupado por la salud de los mineros y sus familias, descubrió aquí mismo, a unos cientos de metros de donde vivo, que la bahía de Gorliz ofrecía un maravilloso paraje donde levantar un sanatorio precisamente porque la zona goza de microclima. Vamos, que perfectamente puede estar lloviendo en Mungia o en el Txorierri, o incluso en Lemoiz o Armintza, que como se nos meta una lengua de buen tiempo, se queda. También ocurre al revés, obviamente.

Francamente, desconozco cómo anda el tema del microclima en las medianías de Mogyoród aunque me temo lo peor. Así las cosas, lo que anteayer pintaba gozoso porque amenazaba lluvia en el Gran Premio de Hungría [El Mónaco magiar], poco a poco se nos está quedando como esos amores que nacen con ilusión y promesa de que jamás habrá reproches, y acaban como todos.

Bueno, no me enrollo. Así, a lo bobo a lo bobo, nos hemos entretenido un ratito esta tarde, aunque abusando de vuestra confianza os recuerdo que como la cosas continúen de aquesta manera, para el domingo habrá que tener listos los capirotes, los hábitos, las sandalias y por supuesto los cirios. Y tranquilos, que del ritmo y la música ya se encargará Pirelli.

Sean ustedes buenas y buenos. Les leo.

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