sábado, 21 de julio de 2018

¡A tu salud! [#Nürbu 26]


Si no te hubieses parado en la vuelta 63 todo esto resultaría más fácil...

El Nordschleife es silencio. Sus bosques tupidos abrazan el circuito como los almohadones mullen el sueño de un dragón. Hilly me había hablado de lo hipnótico que resultaba recorrer la cresta del demonio de las Eifel cuando la humedad acumulada a los pies de los árboles se abre camino hacia el cielo, convertida en neblina que se rompe en jirones con cualquiera de sus ramas, y he pensado que sería buena idea comprobarlo aunque tu asiento siga vacío al lado del mío.

Todavía es 21 de julio y pretendo llegar cuan lejos alcancen mis letras. Terminé comprando aquel traje que me decías que siempre podía hacer falta porque los imprevistos no avisan y los entierros aún menos, pero tampoco quiero haber cambiado mucho...

Siempre he soñado con bosques, perderme en ellos, encontrar al wendigo, quién sabe si despojarme de toda esto que me rodea mientras me quema y aullar a la luna como hacen los huargos a medianoche. Toca guardar la muralla y evitar hacerme viejo, impedir como sea que cuando el tiempo aclare me fallen las fuerzas, por eso revivo una y otra vez el episodio de la Iglesia de San Pablo y San Pedro de Tarragona que no era la Iglesia de San Pablo y San Pedro de Tarragona donde te estaban haciendo el funeral, aunque allí también se celebraba uno, equivocado, of course!...

Cogen el asunto un Berlanga o un Cuerda y fijo que le encargan el guión a Rafael Azcona. Pero aquí estoy, seguramente para decirte por última vez en este lugar que te gustaba tanto: ¡te quiero y te echo de menos, brother

Va por ti porque deberíamos estar celebrando tu sexagésimo séptimo cumpleaños y en el silencio es quizás donde mejor saben las palabras. Porque deberías estar aquí y no estás. Porque quién nos iba a decir a ninguno de los dos que aquellas conversaciones sobre automovilismo que manteníamos cuando dormíamos en el mismo cuarto, acabarían dando para que tú te sintieras orgulloso de mí y para que a mí me diera en 2007 por parir un gigante casi ingobernable que comparte nombre con la criatura a la que Jackie apodó The Green Hell.

Suena Sinead O'Connor en las líneas finales de Veronica Guerin. Querría aullar pero hoy no me sale.

Sostengo un vaso con dos dedos de Number 7 y a través del bourbon que contiene observo el bosque mágico donde todavía sueño con perderme. Su silencio, su color y cómo deshilacha la niebla parecen reclamarme como las sirenas a Ulises, pero sé que podré, que sabré y que, al cabo, conseguiré superar estos espesos estados de melancolía que me sacuden por dentro cuando pienso en ti, por ejemplo. ¡A tu salud, hermano!

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