miércoles, 6 de junio de 2018

Volver


La parte más jodida de irse es volver, porque uno vuelve siempre, que os entre en la cabeza. 

Se vuelve a esa casa en la que creímos crecer, a ese hogar que no reconocemos, a esos brazos que no nos abrazarán como entonces, a esos labios, sí, a esos. Se vuelve a esos amigos que ahora son más amigos que antaño porque el tiempo pasa para todos y todos nos vamos haciendo más y más frágiles...

Hace años, muchos, para ser exactos, cuando no podía venir a Nürbu por la noche apuntaba en servilletas, en post-its o donde pillaba a mano, las ideas sobre las que me habría gustado escribir si hubiera podido acercarme al teclado para hablar de Fórmula 1. Y las volcaba después, mucho después, a veces con un mes y medio de retraso, tratando de ser honesto con el espíritu que las alentó.

Otoño de 2008 se llevó la palma en este aspecto...

Estoy leyendo un libro que aún no ha nacido y llevo apartado de todo esto desde hace un par de días. Tenía algunas publicaciones preparadas y pensé: ¡venga, lée lo que llevas escrito como si hubiéses adquirido el volumen en una librería y no supieras de qué va...! 

Me está gustando, para qué voy a engañaros. Félix me recomendó cuando murió mi hermano mayor que llorara y creo que ya he llorado lo suficiente. Ambos estarían orgullosos, lo sé, pero el caso es que no paso de las 80 páginas de lectura por jornada y eso nos pone en que hasta este domingo, y contando con viento de cola, no terminaré esta primera fase que me he propuesto. ¿Es importante? Supongo que no pero para mí sí lo es, así que a partir del lunes continuaré terminando las ilustraciones y, más tarde, Dios dirá.

Pero como decía al comienzo: siempre volvemos aunque no queramos hacerlo, así que aunque sea día 7 de junio y cumpla un año exacto descontando condena en el penal de Reading, he pactado con Óscar que escribiremos y publicaremos este texto como si continuase siendo día 6, aniversario del desembarco de Normandía y tal. Total, un día no lo notará nadie.

Volver es importante, y más en jornadas como hoy. Hace unas horas, a mediodía del 6 de junio de 2018, se me pasó por la cabeza que podía echar el ratito charlando sobre Carlos y cómo está tomando la medida a ese monoplaza que fue parido a imagen y semejanza de Nico (Hulkenberg), y como con tan sólo seis carreras transcurridas, la distancia entre el negro y el blanco en la de Enstone empieza a mostrar matices, y lo apunté, no sé ahora dónde coño.

Creo a pie juntillas en el chaval de Matador. El madrileño necesitaba tiempo, y bueno, ya lo tenemos. No del todo, ¡claro! Pero Carlos ya está ahí y es de esperar que vaya sumando más y más recorte de ventaja. El español es el típico producto escalera en oposición al significando ascensor que escenifica Max Verstappen, por ejemplo. Y Renault lo prefiere y ha empezado a mover ficha, y todo esto es bueno a 7 de junio que es 6. Y llega el Gran Premio de Canadá y el hijo de don Carlos y doña Reyes va a seguir creciendo y entiendo que hay que seguir dándole cuerda.

De eso os quería hablar ayer aunque lo escriba hoy. De volver...

Os leo.

3 comentarios:

  1. Espero ese libro con ganas, pero sin desesperar. Si lo escribes como lo haces en tu (nuestro) blog, triunfará. Llegará lejos, como el hijo del Matador.

    Saludos.

    @jl_gregorio

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  2. Ernesto González8 de junio de 2018, 11:24

    Es decir, que si un día te vas de Nürburgring para siempre... Acabarás volviendo. ;)

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