Ayer hablé por teléfono con mi colega de Surrey pero por desgracia hablamos muy poco de McLaren y mucho de bandas sonoras, Juegos de Rol, literatura y cine, así que poco alpiste os puede dar hoy.
En fin, también tocaba charlar de cochecitos de carreras pero la cosa se escoñó entre carcajadas en cuanto le dije que tenemos que cambiar rápido de catecismo porque los coches actuales parecen trailers y el día menos pensado no nos caben por las calles de Montecarlo salvo que los conduzca Antonio Albacete.
Y es que sí, estrenamos reglamento, por ejemplo el de 2017, y nos cuesta aceptar que la mayoría de análisis previos se van a ir por el retrete como no apliquemos en ellos las variables que ha traído consigo la nueva normativa, que no suelen aplicarse, para qué vamos a andarnos con chorradas en esto.
El tamaño, obviamente, es uno de los ingredientes que más peso tiene en estos momentos, más si cabe en una ratonera estrechita como la del Principado. Los monoplazas han crecido en longitud y anchura pero lo primordial en carrera sigue siendo la pole del sábado, como si no fuese importante que durante la prueba lo de adelantar se haya puesto cada vez más y más caro. Y bien, todo esto convierte al Gran Premio de Mónaco en una carrera que jamás debería comenzar porque la mayoría de cosas interesantes sucederán horas antes de que se apague el semáforo...
Estoy exagerando, como de costumbre, pero no me negaréis que hemos hablado mucho y desde muy temprano, allá como en 2009 y 2010, sobre la incidencia que tiene el bendito tamaño del vehículo en su eficiencia aerodinámica, aunque siga sin entrarnos en la cabeza que perdemos con esta historia casi más de lo que ganamos, amén de andar envejeciendo circuitos por encima de nuestras posibilidades —otro día os cuento cómo utilizaba Bernie los imprescindibles amejoramientos de los trazados para generar obra civil y golosas comisiones.
La última vez ha sido hace relativamente poco [Proporciones], y en aquel texto de 1 de abril pasado ya exponía las razones por las que seguramente la carrera de hoy en ocho días resultará un perfecto truño sin necesidad de que interpretemos a la Bruja Lola o a Rappel. Hay cosas que no pueden ser y que no suelen ser porque no pueden, como diría mi admirado Manuel Alcántara, y meter coches largos y anchotes en Mónaco es una de ellas, y suele dar para lo que da: para procesiones.
Que sí, que no discuto que haya posibilidad de algún milagro, un accidente sin lesiones, un Safety Car que nos haya venido a ver o cualquier otra circunstancia de ésas que no le gustan a don Mario Isola porque convierten los Grandes Premios en loterías, pero básicamente, que es a lo que vamos, tanta importancia tiene en el desenlace final la posición en parrilla, como que durante el transcurso de la carrera no haya Dios que sea capaz de llevarle la contraria a lo que se define en clasificación.
Chasis, motor, etcétera, nos servirán el lunes para justificar la infinidad de líneas que se vertirán intentando vestir de tarta de cumpleaños lo que no deja de ser la perogrullada del siglo: estos coches apenas caben en Mónaco, a resultas de lo cual, Mónaco es un one shot que se disputa el sábado y nosotros necesitamos cambiar rápidamente de catecismo.
Os leo.
Incidentes de carrera que podrían alterar el orden preestablecido;
ResponderEliminar□ El efecto Grossjean. Quiera Dios ninguna protección se le eche al paso y Ferrari resulte beneficiada. Que luego la gente mala desconfía.
□ Gasly, desbalanceando (aún más si fuera posible) a la fuerza. Anomalía similar a la observable en Haas, que pueda disparar al infinito el consumo de cerveza holandesa.
□ La cuarta era la vencida! Vamos, que Mónaco es circuito de pilotos, de toda la vida. A ver con qué putada nos sorprenderá esta vez Marko (Ricciardo el primero) para de una vez por todas iniciar el nuevo proyecto Vettel.
□ Verstappen Jr., provocando safety car, estrellado o estrellando a alguien (ya será la quinta la vencida... o la siguiente)
□ Raikkonen. Resulta que toca cuadratura Saturno trígono casa XI (nuevamente), va y queda en clasificación por delante de su compi. Le premiarán con la estrategia mala o la malísima? Mientras tanto al alemán lo viene a visitar la valquiria, y otra vez la jodimos. Lo que se dice pa ná.
Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva...
ResponderEliminarA ver si así puede haber suerte y las manos se imponen a los motores y la aero.
Salu2!