Max Verstappen toca con su coche al de Lance Stroll, rompe el endplate de su alerón delantero y contra todo pronóstico su RB14 no sólo pierde fuelle sino que parece que va incluso mejor que antes...
La historia no es nueva: pasó con Mark Webber en Canadá 2013, con Pastor Maldonado en España 2015, y en multitud de ocasiones que ni siquiera me he molestado en reseñar en Nürbu. Ocurre que se estropea una supuesta parte importante del vehículo y éste sigue corriendo que se las pela, y la gente se pregunta qué coño está sucediendo y lo que pasa es que en Fórmula 1, el dinero aporta más décimas que la gasolina.
Aunque parezca que voy de coña nada más lejos de mi intención esta tarde. Hay partes del monoplaza cuya superficie y dimensiones se regulan por normativa exclusivamente para que sirvan de plataforma a los anunciantes, otra cosa es que los ingenieros aerodinámicos las acaben dotando de perversas intenciones porque ya que están, que al menos se ocupen de algo, ¿no?
En 2009 sufrimos un cambio bestial. Los coches de la etapa anterior se habían llenado de tanto chirimbolo por centímetro cuadrado que incluso los grandes patrocinadores tenían problemas para lograr la anhelada visibilidad publicitaria, de forma que Bernie —tampoco es broma, aunque lo parezca— señaló con dedo sagaz que si las cosas continuaban por los mismos derroteros iba a poner su logotipo o marca en una carrocería la tatarabuela del Yeti.
La Fórmula 1 reaccionó como un ejército a la voz de su general y ofreció superficies limpias a mansalva, pero poco a poco los ingenieros volvieron a hacer de las suyas y han ido recuperando una parte ingente del terreno perdido —también es verdad que ayudados por la cada vez más palpable escasez de partners—, pero así y todo siguen quedando vestigios de esta intencionalidad de la que estoy hablando, sobre todo en los laterales de los alerones.
Y bien, Max rompía una de estas zonas en Montmeló pero su RB14 ni lo notaba, o casi, aunque a Mobil 1 a lo peor hubo que hacerle un descuentillo.
Os leo.
Con los millones que seguramente se invierten en desarrollo de morros, todo para unos centímetros cuadrados, creo que mejor los quitan y vuelven las "aletas de tiburón" ¿No te parece?
ResponderEliminarUn descuentillo dices? En la época del Tío Bernie les hubiera ofertado una subida en el precio del patrocinio porque tenían una mayor visibilidad frontal, y al ir colgando, las cámaras se fijarían más en el sponsor...
ResponderEliminarBromas a parte, me parece que es una complicación absurda que no sé cuanta ganancia aporta realmente en tiempo, pero que aumenta el gasto en ingeniería y desarrollo a niveles estratosféricos. Alguien debería plantearse volver a una aerodinámica más simple y destinar esos recursos a un motor más potente y libre en configuración, aunque tenga que ser híbrido por amperios... quizás así las carreras no fueran tan previsibles, ni los monoplazas tan fiables que al fin y al cabo, las roturas también aportan su dosis de emoción y han sido un elemento inherente a las carreras.
Salu2!