Es mucho estirar la cosa hablar de suerte sólo en el caso concreto de un piloto, cuando vence en una carrera alguien que no entraba en las previsiones porque quien va primero pincha a pocas vueltas del final y quien podía haberla ganado tras ese desastre, comete un error que le cuesta excesivamente caro.
Dicen de Bakú que es un Mónaco con una recta endemoniadamente larga y que sus muros son peores que los de la ciudad que baña el Mediterráneo porque perdonan menos, pero luego se olvida que en ratoneras de este tipo la suerte es un ingrediente tan importante o más que en otros lugares, así que si en estos va muy caro que te visite, razón de más para poner algunas velas al santo o la santa correspondiente, o a la virgencita déjanos como estamos, si te acaricia el hombro en sitios tan encabronadamente vengativos como Azerbaiyán.
En Fórmula 1 la fortuna hay que buscarla y luego encontrarla, y la verdad, no acostumbra a estar fácil.
Parece una tontería. Llevo años recordándolo porque lo sencillo es recurrir a ella para justificar cualquier anomalía que rompe un pronóstico. En este sentido, creo que se puede decir sin faltar a la verdad que a Hamilton vino a visitarle Saint George el domingo pasado, aunque hay que admitir, también, que obviamente el británico estaba allí, en el lugar y tiempo justo, porque había luchado por mantenerse a tiro de quienes tenía delante, y eso es un mérito indiscutible.
Lewis se benefició de una serie de circunstancias más o menos aleatorias porque, repito: se había currado salir agraciado con el premio gordo en la tómbola. El de Tewin había comprado más papeletas, vamos, lo que no quita ni un ápice de brillo a su esfuerzo. Y en esto estamos todos (creo). Pero si el titular del dorsal número 14 arrea con dos ruedas pinchadas, y destrozando un fondo plano a cada centímetro que avanza llega a garajes para continuar jugando a la ruleta, creo honestamente que el término suerte no define adecuadamente su hazaña.
La suerte convencional, ésa que entendemos todos, resultó adversa en los primeros metros del Gran Premio de Azerbaiyán —bastante hijodeputa, si me lo permitís decir así—, cuando hiere de muerte el coche del primer piloto de McLaren. Otro en su lugar se habría retirado, pero el tal Alonso decide que va a continuar contando con la diosa Fortuna aunque ella diga que pasa de todo y no quiere marrones. Otros lo habrían hecho. Pero Fernando va y se dice para sí que si la suerte no quiere ni verlo en Bakú, él hará lo que esté en su mano para que le tome en cuenta.
Por cojones —discúlpenme los finolis y los que no han leído jamás a don Camilo José Cela—, nuestro bicampeón del mundo decide que si hay que buscar a la diosa Fortuna lo primero pasa por llegar vivo a boxes después del percance. Y Alonso lo hace el muy cabrón, y al estilo Villeneuve. Como los viejos bardos: anteponiendo la raza al rendimiento, pues no le cabe un ¡macho, hasta aquí hemos llegado y tú ya sabes...!
Fernando es el fuerte frente a los indios de nuestra infancia, nuestra última frontera, el si tú dices esto o aquello yo diré exactamente lo que acabaré firmando, ni una coma de más. Y el de Oviedo busca la suerte en Azerbaiyán como no la ha buscado nadie. Se rehace, convierte una pérdida irreparable en una ventaja y al final de la carrera él se convierte en el gran protagonista suertudo.
Extrañaremos a ese tipo al que hoy escupimos. Fernando quedará en nuestra retina porque es único y nos pone a diario ante el espejo. Y es que esta suerte no es suerte... supone el acto mismo de convocarla. Es, ni más ni menos, bailar para que llueva y que acabe lloviendo.
Os leo.
Lewis se benefició de una serie de circunstancias más o menos aleatorias porque, repito: se había currado salir agraciado con el premio gordo en la tómbola. El de Tewin había comprado más papeletas, vamos, lo que no quita ni un ápice de brillo a su esfuerzo. Y en esto estamos todos (creo). Pero si el titular del dorsal número 14 arrea con dos ruedas pinchadas, y destrozando un fondo plano a cada centímetro que avanza llega a garajes para continuar jugando a la ruleta, creo honestamente que el término suerte no define adecuadamente su hazaña.
La suerte convencional, ésa que entendemos todos, resultó adversa en los primeros metros del Gran Premio de Azerbaiyán —bastante hijodeputa, si me lo permitís decir así—, cuando hiere de muerte el coche del primer piloto de McLaren. Otro en su lugar se habría retirado, pero el tal Alonso decide que va a continuar contando con la diosa Fortuna aunque ella diga que pasa de todo y no quiere marrones. Otros lo habrían hecho. Pero Fernando va y se dice para sí que si la suerte no quiere ni verlo en Bakú, él hará lo que esté en su mano para que le tome en cuenta.
Por cojones —discúlpenme los finolis y los que no han leído jamás a don Camilo José Cela—, nuestro bicampeón del mundo decide que si hay que buscar a la diosa Fortuna lo primero pasa por llegar vivo a boxes después del percance. Y Alonso lo hace el muy cabrón, y al estilo Villeneuve. Como los viejos bardos: anteponiendo la raza al rendimiento, pues no le cabe un ¡macho, hasta aquí hemos llegado y tú ya sabes...!
Fernando es el fuerte frente a los indios de nuestra infancia, nuestra última frontera, el si tú dices esto o aquello yo diré exactamente lo que acabaré firmando, ni una coma de más. Y el de Oviedo busca la suerte en Azerbaiyán como no la ha buscado nadie. Se rehace, convierte una pérdida irreparable en una ventaja y al final de la carrera él se convierte en el gran protagonista suertudo.
Extrañaremos a ese tipo al que hoy escupimos. Fernando quedará en nuestra retina porque es único y nos pone a diario ante el espejo. Y es que esta suerte no es suerte... supone el acto mismo de convocarla. Es, ni más ni menos, bailar para que llueva y que acabe lloviendo.
Os leo.
Emocionante, muy emocionante y a la vez muy bonito.
ResponderEliminarGracias Jose
Saludos
"Bailar para que llueva y que acabe lloviendo"
ResponderEliminarQuiero que sepas Josetxu, que he leído a mucho bloguer y mucho influencer pero nadie te llega a la suela de los zapatos. Normal que te envidien, cada vez sintetizas mejor y te hacen falta menos palabras.
Sé que te irás y lo entiendo, pero dejarás hueco.
Molaaa!
ResponderEliminarSigo aplaudiendo...
ResponderEliminarCrom, I have never prayed to you before. I have no tongue for it. No one, not even you, will remember if we were good men or bad. Why we fought, or why we died. All that matters is that two stood against many. That's what's important! Valor pleases you, Crom... so grant me one request. Grant me revenge! And if you do not listen, then the HELL with you!
ResponderEliminarActitud Fernando Alonso, 100%... Por eso lo consideramos el mejor actualmente en pista.
Fernando y Josetxu... los putos amos!!!
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