Cuando estás esperando a que la autoridad competente avale que el S-Duct es bueno, que un turning vane es maravilloso, que el Halo es muy buena solución, que quemar aceite es de listos, etcétera, lo normal es que acabes pensando que los pilotos se suben a sus coches y ya está: a rular por esos circuitos de Dios, que el devenir del campeonato definirá quién es mejor conductor, quién está sobrevalorado, quién lo haría mejor en tal o cuál vehículo... y así.
Pero lo cierto es que cada escudería es un proyecto económico y está sujeto a reglas tan básicas como que cuando se acaba el presupuesto se acaban los planes.
Y quien dice presupuesto dice aspiraciones porque, a veces, una retirada a tiempo vale como una victoria y en determinados momentos conviene centrarse en el monoplaza del año que viene antes que continuar perdiendo dinero, energía y esfuerzos, en un coche de la temporada corriente que, por la razón que sea, no ha colmado las expectativas depositadas en él.
Esto es así de toda la vida, y aunque el terraplanista se agarra a la figura del socio como a clavo ardiendo, lo cierto es que el partner no tiene por qué hacer de grifo mitológico a cuyos lomos viaja la princesa que convertirá a la rana en príncipe, si no, más bien, estará llamado a sanear la tesorería, tapar agujeros, ayudar a la viabilidad inmediata del negocio y quién sabe si a presionar más de la cuenta al equipo porque, obviamente, quiere dinero a cambio de su amable contribución. Desgraciadamente, con los patrocinadores sucede, si no lo mismo, algo muy parecido. Están para lo que están, y cuando no les compensa, directamente se van, como ha anunciado que hará Martini en 2019.
La aparición del grupo Longbow Finance iba a potenciar Sauber. La inyección de pasta de Lawrence Stroll iba a lanzar a Williams al estrellato, o casi. BWT iba a sacar a Force India de su papel de eterna promesa...
No me extiendo. Los iba están muy bien para pasar el rato pero rara vez suelen concretarse porque estar en Fórmula 1 es sumamente costoso y complicado y lamentablemente lo seguirá siendo aunque Ferrari no cobrase su extra de Navidad.
El caso de la norteamericana Haas es paradigmático.
Es una escuadra joven que maneja un presupuesto no ajustadísimo, lo siguiente. Lleva en su carrocería menos pegatinas y de peor calidad que McLaren y cuenta con dos pilotos de media tabla para abajo que harán lo que buenamente puedan con sus respectivos VF-18, pero los gemelos Scott ya la sitúan luchando por los puestos punteros. En La casa de mis sueños tal vez funcionaría como remedo de mansión apañadita con pérgola en el jardín, pero en nuestro deporte, la de Kannapolis apunta (razonablemente) a que cubrirá su tercer año en competición salvando los muebles, y con suerte, sencillamente porque no tiene capacidad económica para luchar donde dicen Drew y Johnathan que estará peleando.
Es una escuadra joven que maneja un presupuesto no ajustadísimo, lo siguiente. Lleva en su carrocería menos pegatinas y de peor calidad que McLaren y cuenta con dos pilotos de media tabla para abajo que harán lo que buenamente puedan con sus respectivos VF-18, pero los gemelos Scott ya la sitúan luchando por los puestos punteros. En La casa de mis sueños tal vez funcionaría como remedo de mansión apañadita con pérgola en el jardín, pero en nuestro deporte, la de Kannapolis apunta (razonablemente) a que cubrirá su tercer año en competición salvando los muebles, y con suerte, sencillamente porque no tiene capacidad económica para luchar donde dicen Drew y Johnathan que estará peleando.
Os leo.
Haas se juega la temporada en las ocho primeras citas. Carreras locas, fiabilidad mínima, abandonos a tutiplen, equipos que aun estan en pretemporada... Se sacan 15 puntitos y a vivir el resto del año. Económicamente seguro será rentabilisimo.
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